sábado, 26 de febrero de 2011

Malasombra tiene visita

   La madrugada había sido más larga de lo normal, me había cegado en la tarea y había perdido la noción del tiempo. Además la temperatura había bajado más de lo habitual. De todas formas estaba satisfecho, había manipulado las conexiones de los timbres de los porteros electrónicos, así cuando se pulsa en un piso, suena el timbre en otro. No me habían pagado por este trabajo, lo hice gratis en colaboración con la Fundación Malasombra.
   Entré en mi castillo y a los pocos segundos, llamaron a la puerta. Salí a ver quién era. Al ver a mi visitante me apresuré a cerrar, pero demasidado tarde. Una señora que acostumbraba a visitarme todos los años estaba en mi salón, con su sonrisa despiadada y fría. Le pregunté, aunque sospechaba la respuesta:
   -¿A qué ha venido usted?
   -A lo mismo que todos los años señor Malasombra, a meterme en la cama con usted.
   El miedo se apoderó de mí, la temperatura subía, mi garganta encontraba serias dificultades para tragar saliva y mi cuerpo comenzó a experimentar un dolor parecido al que debe sentir un humano que es víctima de una paliza. Corrí a refugiarme en mi alcoba, pero aquella señora tenía extraños poderes y mi carrera fue inútil. Me quité la ropa bajo la atenta mirada de aquella intrusa que me perturbaba...de pronto la perdí de vista y albergué una ligera esperanza, lo mismo se había ido. Me acosté en mi cama y al darme la vuelta para ponerme cómodo el corazón me dio un vuelco. Allí estaba sonriendo maliciosamente, se avalanzó sobre mi dolorido cuerpo para darme un abrazo que iba durar varios días.
   Todos los años lo mismo, desde que tenía uso de razón. No me quedó más remedio que resignarme y compartir mis sábanas con aquella señora. No recordaba su nombre y se lo pregunté:
   -Señor Malasombra, tiene usted muy mala memoria: soy la señora Gripe.

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