jueves, 23 de junio de 2011

Malasombra y el señor Mosquito

       ¡¡¡¡¡¡¡SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!!!
       Me di la vuelta sobresaltado al escuchar este terrorífico sonido y allí estaba aquel monstruo milenario, rondando a mi alrededor y estudiando el momento adecuado para lanzar su ataque.
       Estaba acorralado e indefenso ante la amenaza. Me sentía como una gacela ante un depredador de la sabana africana. Espero que mis enemigos no lean la frase: "Me sentía como una gacela". ¡Menudo pitorreo!
       El caso es que me armé de valor e intenté hacerle frente lanzándole el arma, pero la tableta de chocolate de la marca Valor no le hizo daño. Apenas la notó. Era como lanzar una pelusilla ombliguera a un hipopótamo. Eso sí, me dio las gracias y me dijo que el chocolate se lo comería más tarde. En ese momento vislumbré un rayo de esperanza; Aquel bicho hablaba y podía comunicarme con él. Tal vez podría convencerlo de que me dejara marchar sano y salvo.
       -Hola, señor bicho. Tal vez estaría usted dispuesto a negociar una salida beneficiosa para ámbos. No se si me conoce, pero soy el señor Malasombra y tengo poder para ofrecerle lo que me pida a cambio de inmunidad.
       -¡Hombre! ¿En serio? ¿El señor Malasombra?- respondió tranquilamente- No sabía que era usted, si no, no le estaría molestando. Permítame presentarme, soy el señor Mosquito.
       Respiré aliviado, aquel bicho parecía desistir de sus intenciones y se mostraba amigable, era una buena señal. Le contesté con una mueca extraña que algunos humanos llaman sonrisa:
       -Encantado señor Mosquito, es un placer conocerle. ¿Qué le trae por mis dominios?
       -Pues la verdad es que estoy un poco hambriento y pretendía darme un banquete de sangre, pero no se preocupe, que usted no es mi enemigo. Tenemos en común la tarea de fastidiar al prójimo y eso es algo que valoro. Pero podemos ponernos de acuerdo, indíqueme dónde puedo encontrar a otro humano y damos por zanjado este encuentro.
       -Eso está hecho, pero antes permítame ofrecerle un trago. Puedo preparar una estupenda sangría en pocos minutos. No es sangre, pero la palabra se parece y algo es algo.
       -Muy amable, no es por despreciar su hospitalidad, pero no puedo beber alcohol. Mi señora se enfada cada vez que llego a casa con unas copas de más. Le digo que me ha sentado mal la sangre de alguna víctima, pero no cuela. La última vez estuvo tres días sin hablarme. ¡Hembras!
       -Sí, las humanas también son así. Las solemos llamar mujeres, pero vamos, que le entiendo perfectamente. Creo que lo mejor será que me acompañe al dormitorio de unos de mis esbirros y usted mismo podrá servirse rica sangre fresca. Acompañemé.
       Así lo hizo. Mientras caminaba por el pasillo seguido por el señor Mosquito me asaltó una duda. Le dije que tenía que hacer una llamada de teléfono. Me contestó que no había problema y procedí a marcar el número de un señor experto en insectos. Una voz me contestó al otro lado´:
       -Soy un señor experto en insectos, ¿qué desea?
       -Quiero hacer una consulta referente a los mosquitos, ¿Pican los machos o las hembras?
       -Sólo las hembras, los machos son vegetarianos e inofensivos.
       -Muchas gracias señor experto en insectos.
       ¡Lo sabía! Pero quería asegurarme. Entonces me dirigí al señor mosquito y le dije:
       -Coleguita, que no cuela tío, que tú no puedes picarme. Pero el susto que me has dado es grande y eso lo valoro, por tanto te voy a dejar marchar.
       -El señor Mosquito cambió de cara y se sintió avergonzado. No pudo articular palabra, se dio media vuelta y salió por una ventana. Yo tomé rumbo a mi salón para disfrutar de un libro que estaba quemando y di por terminado el incidente. De pronto, el siseo del bicho volvió a hacerse realidad a mis espaldas, me dí la vuelta algo molesto y le dije:
       Te he dicho que te largues....¡Ayyyyyyyyy! No pude terminar de hablar, un intenso dolor invadía mi brazo, mientras aquel bicho me decía.
       -Soy la señora Mosquita y he venido a buscar a mi marido, pero mira por donde, encontré sangre para beber. Muy rica, por cierto, ¡pase usted un buen día!

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