domingo, 3 de julio de 2011

Malasombra, la tapa, la caña y el "pesao"

       Estoy bastante aburrido, me parece que voy a usar mi máquina del tiempo para darme una vueltecita. No estaría mal viajar a finales del siglo XV.  Me voy a ir a América. Bueno en aquellos años no se llamaba así. Voy a darme un baño en una playa de San Salvador, mientras espero a que Colón llegue y descubra el nuevo continente.
       Por allí lo veo, parece que se aproxima. Los nativos se apresuran a acercarse a aquellos seres extraños para dárles la bienvenida. Ya están desembarcando y con el pie en tierra, el Almirante Colón se apresura a decir: "Tomo tierra en nombre de los Reyes Católicos..."
       -¡Un momento Cristobalín! -Le espeté- Yo estoy aquí antes, esta gente está a mi servicio y no voy a consentir que les tomes el pelo.
       -¿Quién es vuesa merced?- Me preguntó Colón.
       - Soy Malasombra, y he llegado antes a estos dominios. Continúa tu viaje, pero esta isla es mía.
       -LLevamos dos meses de travesía y supongo que hemos llegado a las Indias. No sabía que el gran Malasombra era el Señor de este territorio.
       -¡Ya te digo Cristobalín! De todas formas, puedes recoger agua y viveres para continuar tu viaje. A cambio te pido que cuentes en España a los Reyes Católicos, que en esta tierra no hay cerveza y que debéis importarla.
       -¿Cerveza? por supuesto gran Malasombra, ¿alguna marca en especial?
       -Pues Cruzcampo no estaría mal.
       -No me suena esa marca, ¿dónde se fabrica?
       En ese momento caí en la cuenta de que faltaban cinco siglos para que se elaborara la cerveza con ese nombre. Tendría que utilizar de nuevo mi máquina del tiempo para viajar a finales del XIX y traer la cerveza por mí mismo. Ya lo dice el refrán: es mejor hacer las cosas que ordenarlas.
       -No te preocupes Cristobalín, yo me encargo. Pero hay algo que sí puedes hacer. ¿Ves este tubérculo extraño? Se llama patata, llévate unos cuantos kilos y dile al cocinero Real que las corte en rodajas, las fría y luego le añada huevo batido hasta que cuaje la mezcla. Puedes llamar a este manjar tortilla de patatas. Que elaboren unas cuantas y me las traes de vuelta para que pueda tomarme un pinchito de tortilla con cerveza.
       -Estoy dispuesto a servirle Gran Malasombra, pero ¿qué saco yo a cambio?
       -Pues no contaré que los vikingos ya estuvieron aquí hace siglos y te llevarás el mérito del descubrimiento. ¿Te parece poco? Además, podrás tomarte unas cañas conmigo cuando vuelvas.
       -Me parece aceptable. Recojo las provisiones y enseguida vuelvo, antes de 3 meses estaré aquí.
       -¿Tres meses? No voy a esperar tanto, anda Cristobalín, tienes mi permiso para usar ese avión supersónico que me traje del siglo XXI. No te preocupes, mi piloto te conducirá y en unas horas estarás de vuelta. Mientras tanto yo viajaré a través del tiempo al sur de España para traer unas cervecitas fresquitas. Nos vemos aquí en un rato.
       -De acuerdo, Gran Malasombra. Cumpliré con mi parte. Hasta ahora.
       Al cabo de un rato, estaba disfrutando de unos pinchos de tortilla con cervecita fría en una playa del Caribe. El Almirante  Colón era mi acompañante y me contó dónde había nacido realmente. Me parece que no voy a desvelar su secreto. Se lo debo, al fin y al cabo, cumplió con su parte del trato. Sin duda la mañana estaba siendo muy placentera hasta que se avecinó el desastre:
       Un cantante francés hizo su aparición con una canción horrorosa que me obligó a abandonar aquel maravilloso lugar y dejar a los nativos a merced de Colón y sus hombres. ¡Siempre hay algún imbécil que corta el rollo cuando lo estamos pasando bien!


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