martes, 23 de agosto de 2011

No sonrían a Malasombra o...

       La chica nueva que habían contratado en la panadería de la esquina me cae bastante mal. Mi primer contacto con ella fue desastrosso. Entré a comprar un chusco de pan y me recibió dándome los buenos días con una amplia sonrisa. ¡Maldita insolente! Sin duda la culpa era mía; si no hubiese despedido a todos mis criados aquella mañana me habría evitado la desagradable tarea de interactuar con otros seres humanos.
       al día siguiente tuve que volver al establecimiento. Ya había contratado unos cuantos sirvientes, pero antes de comenzar con sus tareas debían pasar una prueba. Había muchas personas dentro y tuve que esperar mi turno. La señora que estaba en primer lugar, mirando el mostrador, dijo:
       -Pues la verdad, es que no se qué pedir. Quería algo para el desayuno, pero no sé que me apetece. ¿Cuánto cuestan las napolitanas?
       -90 Céntimos- respondió la chica.
       -¡Muy caras! Y aquello de allí, ¿qué lleva?- volvió a preguntar.
       -Son pasteles de carne, cuestan 1 euro cada uno.
       -No le he preguntado el precio, si no, lo que llevan dentro.
       -Pues llevan carne, algo de huevo, tomate y pimiento.
       -Hija, es que no me decido.
       -Pues hágalo señora, que hay muchos clientes esperando- respondió la chica un poco molesta.
       La verdad es que tenía razón, la panadería estaba llena de personas que esperaban su turno y ya estaban impacientándose. Se escuchaban algunas quejas y la dependienta optó por lo más sensato. Se dirgió al señor que estaba el siguiente en la cola y le preguntó qué quería.
       Pero entonces la primera señora dijo gritando:
       -¡Oiga! ¡Yo estaba primero! ¿Cómo se atreve a quitarme el turno?
       Los demás empezaron a gritar y a discutir entre ellos. El barullo hizo salir del obrador al dueño de la panadería y trató de poner un poco de órden. La pobre dependienta no sabía qué decir y la señora que no se decidía le dijo al panadero:
       -Sólo he pedido una barra de pan y no quiere dármela. ¿Qué le pasa a esta chica?
       -¡No es cierto!- replicó la dependienta.
       Entonces todos los demás dijeron que era verdad, que la señora había pedido una barra de pan. La pobre chavala comenzó a llorar y salió corriendo de allí. Yo había permanecido en silencio durante todo el incidente y ya era hora de decir algo a todos los presentes:
       -¡Silencio! Les comunico que han pasado la prueba, pueden incorporarse a mi servicio inmediatamente. Usted, señor panadero, vuelva a llamar a la chica, que se reincorpore al trabajo y dígale que no vuelva a sonreirme nunca más o la próxima vez tomaré medidas más serias. Aquí tiene un cheque por las molestias. Los demás, vengan a mi castillo para comenzar con sus tareas.

2 comentarios:

  1. Pues a mi me parece que fuiste demasiado generoso al extender el talón por los posibles daños causados y que finalmente pidieras que la muchacha volviera a su puesto de trabajo.
    No eres tan malote como presumes, tienes un corazón algo amurallado, pero nada que no pueda derribar una damisela con una lima de uñas.

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  2. Jajajaajajj¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ tu maldad no tiene límites

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