sábado, 24 de septiembre de 2011

Malasombra en Granada

       Estaba paseando tranquilamente cuando me entraron ganas de beber algo. Entré en un establecimiento de esos que sirven bebidas, se llaman bares. No me gustan mucho porque los humanos suelen entrar para pasárselo bien. Los humanos no deberían divertirse, es antinatural.
       Me acerqué a la barra y pedí un Red Sky, un cóctel a base de vodka, cava y granadina. El camarero me dijo que no le quedaba granadina y preguntó si me apetecía otra cosa. Le dije que no, pero acordé con él que yo traería una botella para que me lo preparase y dispuse los preparativos para la nueva misión.
       Evidentemente el sitio pefecto para comprar granadina es Granada y hacia allí encaminé mi rumbo a lomos de un burro, que era mi nuevo medio de transporte. Me lo recomendó un señor entre insultos y yo, a las personas que insultan las respeto. Resulta que casi lo atropello con uno de mis coches, pero en el último momento me esquivó y fallé. Una de las cosas que me dijo fue "burro". Decidí aceptar su consejo y comprar uno para mis desplazamientos.
       Después de unas semanas de viaje llegué a Granada y al ver a una lugareña me pregunté cómo meterían la granadina en una botella. Seguramente triturarían a la señorita y después recogerían los líquidos resultantes para embotellarlos. No tengo nada contra ese método, es más, me parece hasta divertido, pero como no soy experto pregunté a un policia local que pasaba por allí:
       -Señor Policía, ¿dónde puedo comprar a una granadina que ya esté embotellada?
       -En cualquier supermercado- me contestó.
       -¡Anda! y ¿no se quejan las familias de las chicas asesinadas y trituradas?
       -¿De qué está hablando, señor?-preguntó el policía- ¡Documentación!
       Mi instinto me dijo que debía salir huyendo y lo hice. No entendía nada de lo que estaba pasando. Es decir, en Granada se pueden triturar y embotellar señoritas, pero no se puede preguntar. El policía intentó perseguirme, pero la calle era cuesta arriba y desistió.
       La carrera me había dado sed y encontré un lugar que ponía Alhambra. ¡Qué bien! Una cervecita me calmaría. Entré al lugar, pero no encontré la barra por ningún sitio, eso sí, tenía unos jardines muy cuidados y unos muros que parecían viejos. En ese momento, recibí una llamada en el móvil, era uno de mis esbirros que me tenía que conseguir el nombre de una persona para un trabajito que tengo que hacer próximamente. No tenía un lápiz a mano, pero sí una moneda y para tomar nota me dispuse a grabar el número en uno de los muros. Luego pediría algo por ahí para pasarlo a papel. En esas estaba cuando se acercaron varios empleados del lugar con policias que me detuvieron. Aquello escapaba a mi capacidad de comprensión, ¿qué había hecho mal? ¡Estaban todos locos! Lo único que se me ocurrió para salir del paso es hacerme pasar por militar jordano y simular que no conocía el idioma. Me liberaron y salí de aquella ciudad, que será muy bonita, pero la gente es un poco estraña. El camarero que me esperaba con la granadina, podía esperar sentado. A partir de ahora, cerveza y agua.

Detenido un militar jordano por cincelar su nombre en la Alhambra de Granada


         http://www.20minutos.es/noticia/1144732/0/escribir/nombre/alhambra/

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