martes, 4 de octubre de 2011

Malasombra y la lagartija

       Nunca tuve problemas con las personas para estafarlas, arruinarlas, reirme de ellas o despedirlas en el caso de mis esbirros. Con los animales es diferente, se crea un vínculo afectivo que me obliga a cambiar mi actitud despiadada. Mis mascotas nunca son maltratadas y me aseguro de que estén bien alimentadas.
       Evidentemente, mis animalitos de compañía son diferentes. No me gustan los perros porque son demasiado fieles y una traición siempre es bienvenida y hasta simpática. Los gatos son demasiado cariñosos, aunque tienen un lado egoista que trata de compensar ese cariño, pero no lo consiguen. Los pájaros o los peces son bonitos, y lo bonito lo considero asqueroso.
       Como algunos recordaréis, hace meses liberé a mi última mascota en el Mediterráneo, una ballena jorobada. Fue ella misma la que me lo pidió después de una conversación. Todavía sigo en contacto con ella a través de Facebook. Se abrió una cuenta y nos hicimos amigos. Lo último que me dijo fue que el krill del que se alimenta está un poco soso y que echa de menos las toneladas de  gambas con las que la alimentaba en mi pecera. Le dije que la libertad es más importante y parece que la convencí, porque dejó de hablar del tema y me mandó una foto de su novio: un balleno jorobado que parecía de buena familia. Tengo que invitarlos a comer a casa un día de estos.
       El caso es que después recogí una pequeña lagartija en el campo y desde entonces es mi nueva mascota. Pero creo que ha llegado el momento de dejarla marchar. Ha crecido un poco y me mira un poco raro, aunque sonríe, pero supongo que para despistar. No me come nada y eso que mando a los cuidadores a alimentarla. Pero se deja la comida y desaparecen los cuidadores. Debe ser que antes que decirme que mi lagartija no come, prefieren huir por temor a mis represalias. Tenía que acabar con esta incertidumbre y decidí hablar con Lagarti, que así se llamaba:
       -¿Qué te pasa Lagarti? Me he dado cuenta de que apenas comes y aunque sonrías continuamente algo me dice que no estás bien.
       -Pues tiene usted razón señor Malasombra. Me gustaría disponer de más espacio y además quiero conocer a otros individuos de mi especie- contestó mi lagartija.
       Ya había pasado antes por esto y fui directo al grano:
       -Si quieres que te libere podrías haberlo dicho antes, no era necesario iniciar una huelga de hambre.
       -¿Qué huelga de hambre? Si yo como todos los días a mi hora. Cuando llega un señor me lo zampo.
       -O sea, que te has estado comiendo a todos los cuidadores que te mandaba. Lagarti, ellos te traían comida, no eran para que te los comieses.
       -Ya me parecía extraño que llegasen siempre con una bolsa llena de insectos- contestó- La verdad es que prefiero comer humanos, que tienen más chicha.
       No pude evitar reirme a carcajadas por la simpática confusión. Pero dejando aparte esta anécdota divertida, lo importante era que deseaba ser libre. No podía negarme, de modo que le pregunté sin rodeos:
       -Lagarti, ¿dónde quieres que te libere?
       -Vi en un documental de La 2 un país exótico en el que me gustaría vivir: Filipinas.
       -Pues no se hable más. Iniciaré los preparativos y allí te dejaré. Deseo que te vaya bien y si te capturan y te llevan a un zoo, iré a visitarte de vez en cuando.
       -¡Muchas gracias señor Malasombra! ¡Nunca olvidaré sus cuidados!- Dijo mientras derramaba lágrimas de...

Atrapan un cocodrilo gigante en Filipinas de más de 6 metros

1 comentario:

  1. jajajjajajjajaaj qué bueno¡¡¡¡ mechacis Malasombra, ha sido tierno dejando en libertad a la lagartija/ón para que luego la atrapen en Filipinas...adiós a su libertad.

    ResponderEliminar