domingo, 27 de noviembre de 2011

Malasombra y el Almirante Colón

   Paseando por el trastero de mi castillo divisé un objeto en un ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase la máquina del tiempo. ¡Qué frases tan bonitas se me ocurren para describir dónde estaba mi máquina! ¿Qué? ¿He plagiado a Bécquer? No conozco a ese señor.
   Ahora sólo me faltaba decidir el destino y la época para viajar en el tiempo y echarme unas risas. Llamé a unos de mis sirvientes y le ordené que trajese un alargador eléctrico y un portalámparas con su bombilla. Lo enchufé a la red y me coloqué la bombilla encendida sobre la cabeza. ¡Menudo timo! esto lo había visto muchas veces en los tebeos, pero la realidad es que no funciona. Seguía sin decidir dónde viajar. Para mitigar mi ira, castigué al sirviente a visionar treinta capítulos seguidos de Dora la exploradora, ya se que es muy cruel, pero así soy yo.
   Alguien tenía que salvar la situación. ¡Un momento! ¿He dicho salvar? El que salva es salvador, y´San Salvador fue la isla a la que llegó Colón en su primer viaje. Estaba claro, tenía que ir a aquella isla, situarme el 12 de octubre de 1492 y esperar a Cristobalín. Para llevar a cabo mi broma me puse un disfraz de Guardia Civil, que encontré en una tienda de disfraces de Guardia Civil. ¡Lógico! no iba a encontralo en una tienda de peladores de patatas.
   Ya estaba en la isla y divisé desde la playa cómo se acercaban los barcos. Al llegar Colón se bajó de la caravela e inicié mi actuación:
   -¡Alto a la Guardia Civil!-Grité con voz de mala leche.
   -Disculpe vuesa merced, ¿son estas tierras las Indias?
   -¿Qué Indias ni que indios? Este es el reino de Malasombra y usted no tiene permiso para atracar aquí sus naves, ¿no ve que hay un vado?
   -Desconocía que estos dominios tuviesen dueño. Si usted, noble caballero, nos indica cómo aprovisionarnos de agua y víveres, continuaré mi camino hacia otras tierras.
   -Si paga la multa por aparcamiento indebido, le diré donde hay un Mercadona y allí podrá comprar lo que quiera, pero primero: ¡Documentación y los papeles del barco!
   -No le entiendo señor, ¿qué papeles?
   -Vaya, vaya...sin papeles, ¿no? En ese caso voy a tener que llamar a la grúa y que se lleve el vehículo.
   -¡No puede usted llevarse mi barco!-gritó Colón algo molesto.
   -¡A mí no me levante la voz! Podemos llegar a un acuerdo satisfactorio para ámbos.
   -¿Qué acuerdo es el que me propone,caballero?
   -Pues mira, yo te dejo continuar el viaje y las tierras que descubras deberán llevar el nombre de mi señor Malasombra. Si me das tu palabra de hacerlo así eres libre de marchar a otra isla.
   -Eso es complicado-contestó Colón- esta expedición está sufragada por los Reyes Católicos y no me parecería justo quitarles el mérito.
   -¿Qué mérito? Si ellos están a miles de kilómetros de aquí y no se van a enterar de nada, cuando vuelvas tú les dices que estas tierras ya tienen amo, les llevas unas patatas, que allí no las conocen, las fríes, las mezclas con huevo batido y se olvidarán de todo.
   -La verdad es que suena bien. Por cierto, ¿cómo se llama vuesa merced?
   -Mi nombre no se puede pronunciar en su idioma, además es irrelevante. (La verdad es que no había tenido tiempo de inventarme uno). Puedes continuar tu viaje.
   Así lo hizo el Almirante Colón, mientras que yo me tiraba en la arena de la playa poseído por una risa malvada. Sin duda la bromita había merecido la pena.

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