miércoles, 14 de diciembre de 2011

MALASOMBRA NEWS 3


                                                    

martes, 13 de diciembre de 2011

Malasombra, Grabiel y el martes 13.

   Aquí estoy, dirigiendo una operación de alto nivel. Meses y meses de preparación para llevar a cabo una de las más increibles bromas jamás imaginada por una persona medianamente cuerda. Todo comenzó hace unos días. ¡Qué curioso! ¡Unos días! y digo que llevo meses trabajando en esto. Pues no pienso rectificar, que es de sabios y yo soy tonto. Bueno, al grano.
   Me encontraba tomando un vaso de agua en un bar cuando escuché a un conocido decir que no era supersticioso. Aquello me indignó y decidí darle una lección. Ordené a mis espias que le sigueran y obtuviesen todos los datos referentes a su vida. Así lo hicieron y ahora debía hacer buen uso de ellos.
   Suele desayunar en el mismo bar y comprar un cupón de la ONCE. Ayer soborné al dueño para que dijese que los había vendido todos cuando llegase Grabiel, que así se llama la víctima. (No es una errata, que alguna cometeré seguro, pero he puesto Grabiel a conciencia. Es que me gusta más que Gabriel)
   Me puse en contacto con los clientes que habitualmente compran el cupón y les ofrecí 35.000 euros a cada uno para simular que les había tocado.
   Hoy, al llegar al bar, Grabiel se encontró con una fiesta por todo lo alto. No os podéis imaginar la cara desencajada del pobre. Sus maldiciones no consiguieron acallar los gritos de júbilo de los afortunados, que en realidad lo eran, pues se habían llevado el mismo dinero que si le hubiese tocado de verdad.
   Grabiel salió del bar y se dirigió a la cochera y...¡Sorpresa! Le habían robado el coche. Evidentemente se lo había llevado mi gente. Llamó a la policía para poner la denuncia, pero como había manipulado el teléfono, en realidad habló con uno de mis esbirros que le dijo que acudiría enseguida. Allí se presentó a los pocos minutos y tras tomarle declaración le pidió el DNI, que "curiosamente" coincidía con el de un delincuente habitual. Mi falso policía le dijo que estaba detenido y antes de que pudiese protestar se encontraba esposado y en la parte de atras de un coche patrulla falso.
   Grabiel no paraba de protestar, pero de nada sirvió. Claro que, alquilar una comisaria era algo engorroso y decidí darle una salida. Mi hombre le dijo que por 500 euros lo dejaría marchar y se olvidaría de todo. Como no llevaba dinero encima lo acompañó a un cajero y sacó la pasta, pero "casualmente" un tipo con pasamontañas se acercó y a punta de pistola le robó el dinero. Cuando el "ladrón" se alejó, le preguntó al policía que porqué no había hecho nada. Mi esbirro le dijo que para el sueldo que cobraba no iba a arriesgar su vida con un tipo armado. Además le instó a que sacase otros 500 para consumar el soborno. Así lo hizo Grabiel y una vez "recuperada" su libertad se encontró en la acera pensando en cómo podía ir a trabajar. Hoy no estaba lloviendo y hacía sol, pero "casualmente" alguien puso agua en la carretera y un coche pasó a toda velocidad mojándolo entero.
   Grabiel estaba desesperado y su cara reflejaba que estaba a punto de hacer una locura. Era hora de darle un respiro. Se acercó un señor que le socorrió y le dijo que en su coche llevaba ropa de sobra porque se iba de viaje. "Casualmente" era de la misma talla. Se la puso y este amable señor le preguntó si podía llevarle a algún sitio. Grabiel le dijo que ya llegaba tarde a trabajar y que tenía una reunión importantísima con su jefe. El señor se ofreció a llevarle y así lo hizo, parecía que estaba cambiando el sino de Grabiel y se estaba calmando. Obvio decir que este "amable señor" es uno de mis sirvientes.
   Al llegar a la oficina le esperaba su jefe, con el que yo había acordado lo que iba a suceder. Se disculpó por la tardanza y antes de que pudiese dar explicaciones su jefe empezó a gritar y le comunicó que estaba despedido. De nada sirvieron las súplicas y el vigilante de seguridad de la empresa lo sacó a la calle del brazo y, una vez allí, lo tiró al suelo de un empujón. Era mucho más de lo que una persona puede soportar y rompió a llorar como un niño sin levantarse del suelo. "Casualmente" apareció una ambulancia de la que salieron dos tipos que se prestaron a llevarle al hospital, pero Grabiel dijo que no hacía falta, que estaba bien. Entonces uno de los enfermeros rompió disimuladamente una bolsita con sangre de cordero y apoyó su mano en la cabeza de Grabiel. Al apartar la mano y verla ensangrentada se asustó y accedió a subir a la ambulancia.
   Su cara se había vuelto pálida, sobre todo cuando un "médico" le dijo al conductor que acelerase que no llegaba vivo. Llegaron al hospital, lo dejaron en la puerta de Urgencias y la "ambulancia" salió disparada. El sanitario, que esta vez era real, preguntó qué le ocurría. Gabriel dijo que se estaba desangrando y señaló la cabeza. El médico se dio cuenta de que no llevaba nada y le dijo que no estaba para bromas, que se fuese o llamaría a la policía. Salió de allí desconcertado, pero aliviado. Al menos no se iba a morir. Comenzó a caminar sin rumbo y le perdí la pista.
   Ahora sólo quedaba esperar que llegara el momento para hacerme el encontradizo y reirme un rato. Lo encontré a la hora del café, me acerqué y le pregunté:
   -¿Cómo ha ido el martes y 13?
   Me miró con cara de abatido y me contó todo lo que le había pasado, que es justamente lo que habéis leído. Disimulando la risa, traté de animarlo un poco, pero antes de conseguirlo me dijo:
   -Lo peor de todo es que llegué a mi casa y encontré a mi mujer en la cama haciendo un trío con dos hombres.
   -Ya lo siento -contesté- Mira Grabiel, tengo que marcharme. Otro día hablamos.
   Me alejé rápidamente de allí porque no podía contener la risa. De pronto caí en la cuenta:
   -¡Coño! ¡Si yo no he hablado nunca con su mujer!