Sólo una cosa más acerca del lenguaje. Es una anécdota que escuché el otro día por la radio referente a Camilo José Cela. No tiene nada que ver con la historia que trato de contar (ya veremos si a este paso lo consigo), pero me hizo gracia.
Cuentan que un conocido le preguntó a don Camilo que cómo podía satisfacer a su esposa, mucho más jóven que él. El literato contestó: "Tenga usted en cuenta que soy Académico de la Lengua"
Ya tenía el despacho, teléfono, secretaria y sólo me faltaba un poco de publicidad. Ya que me gusta hacer las cosas a lo grande decidí poner un anuncio en las páginas del New York Times y hacia la ciudad de los rascacielos me dirigí. Contraté el siguiente anuncio y me dijeron que se publicaría al día siguiente.
Un anuncio directo y al grano. Sin tonterías ni engaños. Había quedado contento, pero al día siguiente tuve un ataque de "tacañitis". No me daba la gana de pagar por un ejemplar. Bastante había pagado ya por el anuncio. Decidí conseguirlo de otra forma mucho más acorde con mi estilo.
Un hombre trepa el edificio sede del NYT para conseguir un ejemplar gratis
Bueno, tras pagar una pequeño soborno a las autoridades quedé libre, volví a la oficina instalada en mi castillo y me senté a esperar que sonase el teléfono.
No tuve que esperar mucho y la secretaria me pasó la primera llamada:
-Señor Malasombra, le llamo desde Conecticut en EEUU. Me he encontrado un teléfono, pero no lo entiendo y no quiero llevarlo a una tienda para que lo configuren. Verá usted, es que la procedencia del móvil no está muy clara.
-No se preocupe, no me interesa su procedencia. Haga un ingreso en la cuenta que le voy a facilitar y después me vuelve a llamar con el teléfono para que le de las instrucciones pertinentes. Por ser usted mi primer cliente le voy a cobrar sólo 100$.
-Ok, señor Malasombra, así lo haré.
Al día siguiente recibí la llamada y tal y como acordamos y le indiqué los pasos a seguir. Nos despedimos y no he vuelto a saber nada.
Jejejejejeje...Sinceramente, sí he tenido noticias. No os voy a engañar. No pude resistirme a gastarle una pequeña bromita a aquel señor. Estaba obligado a empezar mi nuevo trabajo con una buena acción. (No pienso repetir lo que significan los conceptos "bueno" y "malo").
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