domingo, 29 de julio de 2012

El pregón de Malasombra

   Hace unos meses recibí el encargo de escribir y leer un pregón para uno de los cientos de fiestas patronales que celebran los pueblos y ciudades de España en estas fechas estivales. El pueblo que me contrató se llama Feldespato (No es real, nueve de cada diez abogados consultados me recomienda no decir el verdadero nombre del pueblo). El caso es que accedí, lo hice y aquí tenéis el resultado.
   Estimado pueblo de Feldespato. En primer lugar he de destacar el inmenso honor y privilegio que supone para todos los feldespatienses aquí reunidos el hecho de poder contar con mi presencia y escuchar mis sabias palabras.
   También quiero agradecer al señor alcalde su presencia en estos momentos tan duros para él. Me dice que su esposa se encuentra indispuesta, aunque todo el pueblo sabe que está en casa con el fontanero que se está ocupando de "sus cañerías". Es muy valiente por parte del señor alcalde llevar cuernos con tanta dignidad. La esposa del fontanero está aquí presente con sus tres hijos. Me veo obligado a decir que al menos unos de ellos si parece ser fruto de su matrimonio. Veo que se está sonrojando y lo creo innecesario. De todas formas, podría pedir responsabilidades al farmacéutico o al tabernero por la paternidad y no lo hace. Es una señora decente y sabe que su marido quiere a "sus hijos" por igual. El tabernero no está presente en este pregón porque está rellenando las botellas de marca con alcohol de garrafón que, sin duda, hace las delicias de los borrachines del pueblo que no saben distinguir entre el sabor de "Larios" y "Lirios". Sus hígados ya no están para hacer distinciones elitistas. Si los cubatas colocan es suficiente y no hace falta conocer la procedencia.
   Distinguido pueblo de Feldespato. ¡Qué puedo decir de tan noble villa! Lleva con orgullo el olor a estiercol de sus calles a pesar de no tener empresas ganaderas ni agrícolas. Pueblo que contribuye con orgullo al ahorro de agua. Las duchas y bañeras instaladas en sus nobles casas son ornamentos cuya única finalidad es poder mostrarlos a las visitas que, con la pinza en la nariz, huelen con incredulidad la fétida fragancia de sus habitantes.
   Pueblo altivo y sin complejos. Que elige a su Reina de las Fiestas a pesar de que la belleza huyó de aquí hace siglos. La Reina de este año es, por decirlo cariñosamente, fea de "cohones". Los mozos la cortejan por imperativo legal. Mozos de una sola ceja que, sólo encuentran algo de cariño en la casa de citas regentada por la Engracia, esposa del albañil y madre de cuatro niños de nueve padres diferentes. ¡Qué decir de Eulogio! Cornudo confeso y esposo de la Engracia. Albañil que no construyó una sola pared que no estuviese torcida. Albañil que solo encuentra consuelo en una cabra abandonada en el monte por el Aquilino.
   Aquilino es el intelectual de este vomitivo pueblo. Cuenta la leyenda que una vez viajó a la capital y leyó la portada de un periódico. Hombre sabio que en su desesperación abandonó a la cabra por que no entendía los argumentos de tan noble animal. La cabra abandonada se abandonaba a su vez a los instintos del mencionado Eulogio.
   ¡Qué decir de la escuela! ¡Nada! Hace muchos años que nadie entra en ella con ánimo de aprender. Las nobles gentes de este noble lugar sólo la usan como picadero. Aquí se enseñan cosas, dijo una vez un maestro que pasó por aquí. Allí se reunen las parejas del pueblo para enseñarse las "cosas" con un pasamontañas sin agujeros para los ojos. ¡La naturaleza es sabia! Si se viesen sus repugnantes rostros asesinarían a la líbido.
   Pueblo de Feldespato: Sentid orgullo por lo que sois, aunque no tengáis ningún motivo para ello.
   Pueblo de Feldespato: Seguid produciendo asco y repugnancia a los que os visitan.
   Pueblo de Feldespato: Os llevaré siempre en mi escroto.

   Por fin acabé mi pregón. Cortito, pero escrito desde el sentimiento. Las gentes del pueglo comenzaron a gritar de entusiasmo y a lanzarme piedras. ¡Qué amables! Sin duda, alguien les debió decir que estoy construyendo un nuevo castillo y me regalaban las piedras para su construcción.
   El alcalde se acercó a mi con los ojos enrojecidos de emoción (podrían confundirse con ojos de odio, pero no había motivos para ello. Sin duda era emoción). Me dio un consejo sobre el mundo vegetal que agradecí por cortesía. "Higo de fruta" (Claro, pensé para mí. Ya se que el higo es una fruta. No va a ser un mineral). A continuación me dio un consejo para que me dedicase a la doma de animales: "Vete a domar un mulo". Bueno, no contesté por educación, aunque no tenía intenciones de dedicarme a la doma de equinos. También se acordó de "mis huertos". La verdad es que mis huertos estaban cuidados por mis jardineros. ¡Qué amable era aquel señor!
   Abandoné la tarima entre lanzamiento de materiales de construcción para mi nuevo castillo y cánticos en mi honor:
   "Malasombra, te vamos a contar los huevos" (No hacía falta. Mis gallinas ponían una docena diaria y para llevar esas cuentas no necesitaba a nadie)
   "Malasombra, elige palmera para colgate" (La verdad es que yo me limpio los dientes en el aseo, no debajo de una palmera)
   "Malasombra, carbón" (Yo hago las barbacoas con leña, sabe mejor la carne)
   "Malasombra, estás tuerto" (Ésto último no lo entendí muy bien. Yo veo con los dos ojos)
   Siguieron las loas a mi persona de aquellas amables gentes de Feldespato, pero decidí que había llegado el momento de marchar en busca de nuevas aventuras con las que acrecentar mi prestigio.
   Días más tarde leí en la edición digital del Feldespato Herald Tribune que me habían declarado "Persona Non Grata" ¡UN GRAN HONOR PARA MI!