Como todos sabéis no me gustan los humanos, pero de vez en cuando intento ligar con alguna señorita para alimentar mi ego. Esta vez estaba decidido a llegar hasta el límite de la conquista. Digo límite, porque una vez que la chica hubiese caído presa de mis encantos la hubiese abandonado. Una cosa es intentar ser agradable y otra llegar al contacto físico...Eso jamás.
Desplegué todo mi arsenal para llevar a cabo la misión. Bueno, en realidad sólo utilicé un arma: una pistola apoyada en la cabeza de Santi para que me diese algunas de sus frases vomitivas y edulcoradas. Como es un maldito cobardica, me cedió unas cuantas mientras temblaba de miedo. ¡No hago carrera con él!
Ahora sólo faltaba una señorita a la que cortejar. Entré en una página de citas y gracias a mi extraordinario atractivo físico, enseguida conseguí concertar un encuentro con una tal Berenjenny. Nos encontramos y comenzó la conversación:
-Hola, Berenjenny, te lo dirán mucho, pero eres una belleza.
-Gracias, Malasombra.
-Bueno, ¿vamos a algún sitio?
-¿Dónde me llevas?
-Había pensado en una cena a la luz de las velas.
-No tengo hambre.
-Pues un paseo en barca por el lago.
-La humedad me sienta muy mal.
-Podemos subir a la cumbre de una montaña y pondré el valle a tus pies.
-Padezco de vértigo.
-Te invito a un jardín con las mil flores más bellas de la tierra.
-Soy alérgica al polen.
-Podríamos contemplar las estrellas.
-Hace demasiado frío.
-Esperamos al amanecer sobre el mar.
-Para eso queda mucho, mientras tanto. ¿Dónde me llevas?
-¡A la mierda, guapa! ¡Te llevo a la mierda!
¡Joder! No me diréis que no lo he intentado, pero me he topado con la más desagradable de las mujeres. ¿He dicho desagradable? Hummmmm...Creo que me estoy enamorando...
-Berenjennyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy....¡Vuelve!
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