domingo, 4 de octubre de 2015

Malasombra es real

   Hace unos días me dijo el señor Azuquelberber que no soy real. Vamos a ver, señor Zulperwegh, ¿es usted tonto o tonto? Si no soy real, ¿quién escribe estas cosas? ¿El Santiago nosequé ese? Pero si tiene problemas para hacer la o con un canuto...ni siquiera sería capaz de fumarse el susodicho canuto. ¡Inútil!
   Por cierto, la expresión catalana "salut i força al canut" no significa lo que muchos piensan. En realidad el canut era como un pequeño bolsito de piel donde se guardaba el dinero. Cuando alguien estornudaba se le decía "salut y força al canut", que venía a significar salud y dinero. Bueno, después de este dato cultural debería retirarme, que parezco un tertuliano de esos que salen por la radio.
   Ahora vamos a lo importante: voy a demostrar con datos irrefutables mi existencia.

  1. Hace mucho que la gente tropieza por la calle y se cae al suelo. Hay muchos tipos de caídas en todos los lugares y circunstancias. Todas tiene en común que son divertidas, pero vayamos al origen. Antes del siglo XVII la gente no se caía y todo era aburrido. Estaba yo caminando cuando vi al Newton ese y le tiré una piedra para reírme un poco (sí, fue una piedra y no una manzana). Fue entonces cuando aquel tipo inventó la gravedad esa. Lo que no sé es porqué le puso aquel nombre. Para mí, gravedad, es quedarte encerrado en un ascensor con hilo musical del Bieber de los cojones, pero bueno.

   2. El famoso Titanic no lo hundió un iceberg, no. Eso es lo que os han contado para esconder la verdadera historia. Resulta que estaba yo emborrachándome con el capitán y me dijo la frase mágica: a que no hay cojones de llevar el barco...¡Vaya si los hubo! Agarré el timón con fuerza y derrapando, derrapando, pues volqué. La verdad es que es de las pocas cosas de las que me he arrepentido. Si el maldito barco no se hubiera hundido no existiría la maldita película del maldito Cameron ni la maldita canción de la maldita Celine. Os pido perdón por el error que cometí.

   3. También tengo influencia en el mundo de los muebles. La tecnología permite hacer butacas cómodas, pero yo lo veté. No hay nada más bonito que ver a alguien sufriendo en una butaca incómoda del cine, por ejemplo. Y si encima la peli es de Ingmar Bergman, mejor. hay que ver lo aburrido que es el sueco ese. Yo le escribí los guiones para vengarme por que no merecía tener el mismo apellido que la bellísima Ingrid, pero el tipo tuvo la desfachatez de filmar las películas. Fue un golpe bajo y por eso lo respeto a pesar de todo.
   Sin salir del mundo de los muebles años más tarde me llegó un tipo que había inventado la mesita de noche con esquinas redondeadas. ¿De qué iba aquel insensato? ¡Con lo bonito que es un golpe con una esquina en ángulo recto! Le pegué una paliza y cuando se recuperó le pegué otra. Tal vez debí darle una tercera, pero en el fondo soy un pedacito de pan.
   Y hablando de mesitas de noche, me acaba de venir a la memoria aquel día que decidí que las sábanas ajustables tenían que salirse de su sitio al menor movimiento: eso frustra muchísimo a los maniáticos del dormir bien y me hace muy feliz.

   Podría esgrimir muchas más pruebas que demuestran mi existencia, pero me está entrando hambre. Eso sí, para terminar os dejo unos cuantos documentos históricos que demuestran sin ningún atisbo de duda mi existencia. Tome nota, señor Zumgengamber: ¡Soy real!



2 comentarios:

  1. Contundente respuesta. Ya era hora de que alguien pusiera en su sitio al tal ZuckerBieber, sí, sí, sí, de los Bieber de toda la vida. Hala, que se sepa. Quien a nombre mata, a apellido muere.
    Se ha echo Justi(n)cia.
    De nada.

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    1. Ya decía yo. No se me había ocurrido lo de ZuckerBieber. Bueno, me vengaré y tal...¡Gracias!

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