domingo, 22 de noviembre de 2015

Llegó el frío

   Este año se ha retrasado la entrada del frío en España. Desconozco las causas, pero encontraré respuestas. Para eso tengo en mi poder al Brasero ese que da el tiempo en la tele:
   -A ver, Robertín, ¿qué pasa? 
   -Señor Malasombra, la culpa es de los anticiclones ciclogenésicos barométricos de las isobaras duodenales.
   -No entiendo nada. De todas formas da igual: no te ibas a librar de la tortura. 

   Bueno, lo importante es que ha llegado la hora de la reunión anual con unos señores. Mis esbirros ya les han dado las instrucciones para llegar a mi nueva cueva. ¿Os he hablado de mi cueva? Es una maravilla escavada en la montaña con la punta de un compás. Necesité 10.000 hombres trabajando día y noche durante meses, pero ha quedado estupenda. Una pena que después de esta reunión la dinamitaré para sepultarla y no dejar pruebas.

   -¡Hombre, señor de los centros comerciales! ¿Cómo se encuentra?
   -Señor Malasombra, estoy recuperándome de la paliza que me dieron sus esbirros. ¿Era necesario? Ya sabe que yo vengo voluntariamente.
   -Sí, lo sé. No era necesario, pero siempre es divertido ordenar palizas. Lo que cuenta es que está aquí y no se preocupe, que cuando acabe ordenaré que le peguen menos.

   -¡Hombre, señor de los transportes públicos! ¿Cómo se encuentra?
   -Señor Malasombra, llevo tres meses encerrado en una de sus mazmorras a pan y agua. Creía que confiaba en mí. Nunca le he fallado.
   -Sí, lo sé, pero quería asegurarme de que no llegaba tarde. No se quejará de mis mazmorras. Tuve el detalle de ordenar que el chusco de pan diario no tuviese moho. Duro, pero sin moho. Si en el fondo soy muy sensible, pero no lo vaya diciendo por ahí.
 
   -¡Hombre, los señores Paracetamol y Ácido acetilsalicílico! ¡Siempre juntos a pesar de ser enemigos!
   -Señor Malasombra, estamos juntos porque nos encadenó hace tiempo.
   -¡Es verdad! ¡Qué memoria la mía! 

   Bueno, comencemos la reunión y no perdamos el tiempo, que tengo que poner las trampas para cazar a los Reyes Magos y que dentro de unas semanas no puedan traer regalos.
   El plan de este año es tan simple como el de años anteriores. El señor de los centros comerciales y el señor de los transportes públicos pondrán la calefacción con un mínimo de cuarenta grados de diferencia con respecto a la temperatura exterior: es decir, que si en la calle hace cero grados deberán ponerla a...Esperen un momento, que hago una llamada...

   ¿Es el Consejo Superior de Investigaciones Científicas? ¡Tengo una consulta! Si un tren sale de...Ah, no, que eso lo dejo para otro día...Si a cero le sumo cuarenta, ¿cuánto da? ¿Cuarenta? ¿Seguro? Tenga en cuenta que si me engaña, me vengaré y no será agradable para ustedes...Bueno, si está tan seguro, le haré caso.

   Bueno, señores, que me dice que son cuarenta. Es decir, que si la temperatura exterior es de cero grados, deberán poner la calefacción a cuarenta grados. ¿Alguna duda?
   -Señor Malasombra, si la temperatura exterior es de cinco grados, ¿a cuántos grados debemos poner la calefacción?
   -Señor de los transportes públicos, me pone en un aprieto porque apenas me queda saldo y no voy a volver a llamar para preguntar. Usted suba a lo bestia, que más vale pasarse que quedarse corto.

   Bien, según mis planes la gente se constipará y acudirá en masa a consumir los productos de los señores Paracetamol y Ácido acetilsalicílico y ustedes dos me darán a mí por mi cara fea el noventa por ciento de sus ganancias. Es decir, que por cada euro que ganen me darán un euro con noventa céntimos. ¿Entendido? ¿No dicen nada? Supongo que es porque están de acuerdo o a lo mejor es porque mientras hablaba les han maniatado y puesto cinta en la boca para que no puedan hablar. ¡Cualquiera sabe! 
   Bueno, pues doy por concluida esta reunión y espero que el próximo año tengamos salud para poder reunirnos de nuevo. A la salida les darán algún guantazo, pero no es nada personal, es para mantener las costumbres. Paz y amor, señores.
   
   Y así es como se hacen los negocios.

    Santi Malasombra 


domingo, 8 de noviembre de 2015

La señora quiere vivir...

   -Buenas noches, Malasombra.
   -Santi, ¿qué haces en mi blog? ¡Largo de aquí!
   -Hombre, es que quería contar algo un poco más serio.
   -Hazlo en el blog ese que tienes de supuesta poesía.
   -Ya, podría, pero es que esto es una historia real.
   -Pues no te dejo.
   -Por cierto, Malasombra, en la calle hay un tipo regalando cosas y ayudando a la gente.
   -¿Cómo? ¡No puedo permitirlo! ¡Voy a por él!
 
   Bueno, creo que me he librado del nota este por un rato. Ahora voy con lo que quería contar.
Ya llevo tiempo queriendo escribir sobre una señora de mi pueblo. La conozco de vista, pero no tengo ningún contacto con ella. Soy muy torpe para adivinar su edad, pero calculo que tendrá ochenta y muchos.
   La señora sale todas las mañanas muy temprano de su casa apoyándose en un carrito de la compra que le ayuda a caminar. Lo hace lentamente. Entra en la panadería, compra su barrita de pan y luego se encamina hacía la plaza de abastos. Ya le pierdo la pista, pero supongo que comprará allí sus cosas o simplemente se paseará. Siempre va arregladita, pero sin caer en el esperpento de alguna señora que se pasa tres pueblos con el maquillaje.
   Sé que es viuda, que tiene dos hijas y que vive sola en su casa. Más de una vez he coincidido con ella y con alguna de sus hijas en la panadería y he sido testigo de algunas frases:
   "Mamá, quédate en casa y yo te hago la compra"
   "Mamá, deberías venirte a vivir conmigo o con mi hermana"
   "Mamá, hoy hace mucho calor" "Mamá, hoy hace mucho frío"
   Reproches de aspecto cariñoso apoyados por la dependienta que siempre añade:
   "Con tus hijas estarías mucho mejor y más tranquila".
   Una mañana salía detrás de ella con mi compra y la ayudé abriéndole la puerta de la panadería. Una vez en la calle me miró con la dulce mirada de ancianita de cuento y me dijo:
   -Muchas gracias, hijo.
   -Encantado señora.
   Sostuvo la mirada como si quisiera decirme algo y esperé unos segundos. Efectivamente, quería decirme algo:
   -¡Ay, hijo! Si les hiciera caso y me quedase en casa, ya estaría muerta.
   Dudé qué responder, pero me salió del alma con taco incluido:
   -Señora, viva su vida y no haga ni puto caso.
   La señora sonrió y comenzó su caminar lento y decidido hacia la vida,..su vida.

   Santi Malasombra