domingo, 3 de julio de 2016

La maldad y el calor

   Muchos me acusan de maldad y es una acusación acertada: me declaro orgullosamente culpable. El problema es los que van de buenos y también son malos.
   Como ejemplo están los señores meteorólogos. Vamos a ver, ¿a qué viene que haga calor? ¿porqué no estamos todo el año a 15 grados centigrados? Por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que grados rima con centigrados? ¿Son poetas? Lo que son es gentuza. Encima salen por la tele con esa falsa sonrisa cuando nos atizan con aquello de "hoy subirán las temperaturas". ¡Dejad en paz a la señora Temperatura! ¿Acaso ella os molesta?

   Bueno, recibimos una llamada en el teléfono de aludidos.
   -Soy la señora Temperatura y estoy muy cansada.
   -Lo comprendo señora, yo estaría igual.
   -Todo el año subiendo y bajando. Vivo en una escalera continua de la que no puedo salir.
   -¿Ha pensado usted en plantarse?
   -Muchas veces, pero el señor Mercurio no me deja: es un tirano.
   -Perdone usted, señora, pero recibimos la llamada del señor Meteorólogo.
   -Verán, me están acusando de algo de lo que soy inocente. Yo me limito a contar las variaciones del clima y no tengo la culpa ni del frío ni del calor.
   -Señor Meteorólogo, desde el más profundo respeto y con cariño: ¡Váyase usted a la mierda!
   -Pero...
   -¡Corta la llamada! ¿Pero qué se habrá creído ese asqueroso? Llama para poner cordura en mi blog. Si yo estuviese cuerdo no escribiría estas cosas. Estaría casado con la señora Cuerda, tendríamos cuerdecitas y las criaríamos para que en el futuro fuesen cuerdas de provecho como las que se usan para colgar jamones.
   -Le agradezco, señor Malasombra, que sea tan comprensivo conmigo.
   -Es mi obligación, señora Temperatura, ya la despido que he de continuar escribiendo.

   Voy a tratar de continuar con lo que estaba comentando sobre la maldad. Pues eso, que hay malvados disfrazados de buenos, lobos con piel de cordero. Por cierto, ¿cómo podrá el lobo ponerse la piel de un cordero? ¡El lobo es más grande! Voy a llamar al lobo a ver qué me dice.
   -¿Señor Lobo?
   -Sí, soy yo y soluciono problemas.
   -Ah, no, yo buscaba a otro lobo.
   -¿Y porqué me molesta? A ver si llamo a Marsellus Wallace y le manda a John Travolta y a Samuel L. Jackson para que le den un escarmiento.
   -Señor Lobo, que soy Malasombra y tenía el teléfono en contactos. En la L de conductor novato.
   -Ah, hombre, no te había reconocido. Nada tío, ¿todo bien?
   -No me quejo. A ver si quedamos un día para cenar o algo. Por cierto, ahora que caigo, ¿sabes porqué Samuel sigue con la L? Ya tiene una edad y una amplia trayectoria en el mundo del cine. ¡No es un novato!
   -Cuando lo vea se lo pregunto. Venga, te dejo y ya nos veremos.
   -¡Ea!

   A ver si ahora doy con el lobo que busco...
   -Soy el Lobo, ¡qué gran turrón!
   -¡Joer! Hoy no es mi día. Escucha, turrón, descansa que ya hablaremos en navidad y eso.

   Voy a por el tercer intento:
   -¿Sí?
   -¿Es el Lobo?
   -Sí, soy americano y estoy en París.
   -¡Me cago en los mosquitos de cartón! ¡Imposible!
   -¿Qué desea?
   -Nada, nada, no te interrumpo que tendrás que zamparte a unos cuantos franceses.

   Nunca pensé que diría esto, pero me rindo. Ya lo dejo porque seguro que me sale Leonardo Di Caprio y me habla de Wall Street o me sale el lobo de la fábula del pastor.
   Me he perdido y no sé por donde voy ni lo que estaba escribiendo. Ahí se acerca una niña, le preguntaré:
   -Niña, ¿por dónde iba?
   -Ni idea, señor, yo voy a llevar una cestita a casa de mi abuelita...

   ¿PORQUÉ ME HACEN ESTO LAS MUSAS? ¿ES QUE NO PUEDO ESCRIBIR COHERENTEMENTE?

   ¡SOY LA MUSA! ¡ES POR EL CALOR, MALASOMBRA!

   ¡JO!
 
   Santi Malasombra