domingo, 16 de octubre de 2016

Tarde de toros

   Yo no soy de aceptar consejos, pero me dice Rocío que hable de toros. Pues nada, como ella siempre está en las nubes, le haré caso.
   Voy a retransmitir desde la plaza de Las Compras un festejo taurino.
   Bienvenidos y tal y cual a esta espléndida tarde dónde se lidiarán seis astados. Los diestros ya están listos mientras alguien se pregunta porqué discriminan a los zurdos, pero vayamos al tema.
   Ya sale el primer astado de nombre Anselmo. Un magnífico ejemplar de 1,75 centímetros de altura y 80 kilos de peso, pelo escaso y pecas. Da unas vueltas por el coso y el diestro le da los primeros pases:

   ¡Anselmo! ¡Tu mujer es muy simpática...en la cama!

   Anselmo se rebrinca y arremete, pero un hábil movimiento de Verónica lo despista. Es que la Verónica ha ido a la plaza con un escotazo de infarto.
 
   Es el momento de las banderillas y Anselmo se prepara para recibir el primer par. El banderillero da unos cortos pasos, mide el terreno y las clava sin problemas...

   ¡Anselmo, el otro día bajaba el butanero de tu casa y lo tenéis todo eléctrico!
   ¡Anselmo, cuando sales a la calle suena los timbales!
 
   Anselmo se retuerce y siente el castigo. Trata de alcanzar al banderillero, pero éste lo evita con habilidad. La plaza aplaude y pide otro par.

   ¡Anselmo, no te quejes que tu mujer te tiene el número 12 en el ránking de los mejores amantes del barrio!
   ¡Anselmo, que en época de berrea vienen los ciervos a tu casa!

   El respetable encandilado obliga al banderillero a saludar al tendido mientras Anselmo brama de furia.

   Pues ya llega la hora final y el diestro se dispone a matar...
   Anselmo se acerca y el matador le enseña el móvil con un vídeo de su mujer haciendo el amor con su mejor amigo...
   El pobre Anselmo muerde el polvo y cae fulminado. La gente aclama al matador y pide las orejas y el rabo de Anselmo. En ese momento Anselmo se levanta y con sus últimas fuerzas casi suplica:
   -Las orejas, bueno, pero el rabo, no. Que al menos tenga la ilusión de que si alguna vez mi mujer se queda embarazada tenga una mínima posibilidad de que el hijo sea mío...

   La gente se apiada y pide el indulto. El presidente lo concede rápidamente y da por finalizada la tarde.
   -¿Y los otros cinco que faltan? Pregunta la gente...
   -Los otros cinco para otro día, que me acaba de mandar una foto la mujer de Anselmo en la que está con un picardías que le regalé y voy a verla antes de que lo haga otro.

   Unos amigos acompañan a Anselmo a la enfermería para curar las heridas y devolverlo al campo...es que es árbitro y lo esperan para pitar un partido o algo así entre solteros y cornudos...
 
   Santi Malasombra

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