domingo, 29 de enero de 2017

Tardes de domingo

   Que dice mi veterinario que tengo que practicar deporte. Ya me gustaría, pero no tengo un país bajo mi yugo y no puedo deportar a nadie. Lo mejor será que encierre al veterinario en una de mis mazmorras.
   ¿Qué os ha parecido el juego de palabras? ¿Malo? A mí también, pero me da igual. Si yo soy maligno es lógico que me gusten más los chistes malos que los buenos. A esto se le llama coherencia. Quiero decir que sigo una línea marcada, no que vaya a compartir una herencia.
   Hablando de herencia he de hacer testamento que los años pasan y aunque mi hija se vale por sí misma no me gustaría que una gran parte de mis posesiones pasaran a manos del gobierno.

   -Papá, yo creo que es mejor que no hagas testamento. Si me declaras única heredera no podría aguantar mucho y te liquidaría más pronto que tarde.
   -¡Esa es mi niña! ¡Así se habla!

   Pues algo tendré que hacer porque me aburro. Bueno, pues voy a dar un paseo por el campo a ver si pisoteo algunas flores o le pego a algún agricultor.
   Allí veo un árbol. Voy a hablar con él a ver que se cuenta.
   -Buenas noches señor árbol, ¿cómo se llama usted?
   -Me llamo Naranjo, señor Malasombra.
   -Este año parece que ha llovido bastante, ¿no se quejará?
   -Ya, pero sólo agua. Podría haber llovido algo de cerveza o algún chupito de whisky.
   -Eso sí, pero al menos puede sobrevivir y criar a sus hijas.
   -¿Y para qué? Si luego llega un desaprensivo y se las lleva, las tortura con un cuchillo para comérselas o las parte por la mitad y las revienta en unas horribles máquinas para bebérselas.
   -No parece usted contento, señor Naranjo.
   -¡No me diga! ¿Es usted adivino?
   -Detecto ironía en sus palabras. La verdad es que me alegro porque comienza a hacer frío y quiero volver a mi castillo.
   -¿Qué es eso que lleva en la mano?
   -Se llama hacha y no se preocupe que ya no volverá a sufrir más.

   Pues eso, que se acabó el paseo y he encendido la chimenea con la madera que amablemente me ha regalado el señor Naranjo. Esta última frase también es ironía.

   -¡Hija! Ven a calentarte junto al fuego y tómate el zumo de  naranja que te he preparado.
   -Sí, papá. Por cierto, mañana tengo un examen y no he estudiado.
   -No te preocupes que sobornaré al profesor y si no se deja sobornar le pegaré una paliza, esconderé dos kilos de cocaína en su coche y avisaré a la policía.
   -¡Gracias, papi!
   -De nada, hija.

   Si no fuera por estos ratitos, estas tardes de domingo serían insufribles.

   Santi Malasombra