domingo, 16 de abril de 2017

Rey Malasombra (8)

   -¿Cuántos terrícolas hay y dónde están?
   -Aparte de nosotros hay cuatro. Trabajan en el circo y son los encargados de entretener a la sociedad.
   -¿Dónde está el circo?
   -Está en el palacio del emperador.
   -Ya nos encargaremos de ellos, pero ahora vayamos a la comisaría a tomar el poder.

   No tardamos en llegar y el asalto fue mucho más sencillo de lo previsto. entré por la puerta y me encontré de frente al comisario Simplicio. Se llevó tal sorpresa al verme que no pudo reaccionar cuando lo inmovilicé. La agente Guisanta entró inmediatamente y no dijo ni hizo nada. El comisario le ordenó que me disparase, pero ni siquiera lo intento.

   -¿Qué está pasando aquí, agente Guisanta? -Preguntó el comisario.
   -Lo que pasa, comisario, es que estoy harta de usted y de esta vida. El Malvado Malasombra va a dominar nuestro mundo y yo voy a ayudarle.
   -¿Está usted loca?
   -No, lo que estoy es aburrida.
   -Agente Guisanta -Dije mientras la apuntaba con el arma- Deme su pistola y manténgase a un lado.
   -Pero, Malvado Malasombra, si yo estoy con usted.
   -Sí, pero de momento no puedo fiarme del todo. Si su lealtad hacia mí es sincera no tendrá nada de lo que preocuparse.

   Dudó un instante, pero me entregó su pistola. Sumada a la del comisario Simplicio ya tenía tres. había conseguido desarmar a toda la policía del planeta. En la Tierra habría sido un sueño, pero en TornilloAllen no tenía mucho mérito. Carmen y la agente se hicieron a un lado mientras yo ataba al comisario.

   -Bien, comisario, ahora va a colaborar conmigo si es inteligente.
   -No pienso hacerlo, Malvado Malasombra.
   -Agente Guisanta, vamos a comprobar si realmente está comprometida con esta operación. Dele un guantazo al comisario.
   -No sé si seré capaz. Nunca he usado la violencia.
   -Inténtelo.

   La agente lo hizo, pero más que un guantazo pareció una caricia. Lo achaqué a la falta de costumbre y ordené que le diese más fuerte. Así lo hizo una vez más y parece que le gustó porque repitió varias veces mientras la timidez de su rostro se transformaba poco a poco en sadismo. ¿Hay algo más bello que una mujer violenta? Evidentemente, no. Sentí mucho pedirle que parase, pero necesitaba al comisario consciente para el interrogatorio. Carmen se acercó a ella y la apartó delicadamente.

   -Tranquila, Guisi, que te estás emocionado demasiado.
   -Perdona, Carmen, ¿la has llamado Guisi?
   -Sí, Malasombra, es que es mi amiga y la llamo así cariñosamente.
   -Ya, bueno, me parece muy cursi, pero lo entiendo. ¿Quién habrá sido el animal que le puso Guisanta de nombre?
 
   La agente sonrió y asintió.

   -Sí, Malvado Malasombra, odio mi nombre, pero no lo decidí yo.
   -Bien, Guisi, a partir de ahora llámame Malasombra a secas y tutéame.
   -Gracias, Malasombra a secas, es agotador hablar de usted.
   -¿A secas? ¿Te burlas de mí o qué?
   -Sí, me burlo de ti.
   -Vale, ya me habías asustado, pero ahora hemos de hablar con el comisario.
   -¿Podré volver a pegarle?
   -Seguramente.

   Guisi sonrió con malicia mientras el comisario miraba horrorizado y sin decir una palabra. Ya iba siendo hora de que contestara a mis preguntas.
 
   -Comisario, si colabora no le pasará nada. Sé que el ejército dispone de diez efectivos. ¿Dónde están?
   -En el palacio del emperador Lechuguito. Son los encargados de su seguridad.
   -Parece que ese palacio es bastante grande. Tengo entendido que allí también está el circo.
   -Cierto, es la construcción más importante de nuestro planeta.
   -¿Alguna vez ha intentado alguien hacerle daño?
   -No, nunca, nuestro emperador es muy querido y a nadie se le pasaría por la cabeza hacerle algo malo.
   -Eso va a cambiar. ¿Conoce usted alguna forma de entrar en el palacio sin ser visto?
   -Sí, conozco una entrada. hay un pasadizo secreto para que escape el emperador en el caso de que corriese peligro.
   -¿Conoce la agente Guisanta ese pasadizo?
 
   Guisi contestó antes que el comisario:

   -Sí, Malasombra, lo conozco perfectamente. Lleva a una sala donde el emperador duerme la siesta todas las tardes.
   -Entonces, Guisi, no necesitamos al comisario.
   -Pues no, yo sé todo lo que hay que saber.
   -Comisario Simplicio, ha colaborado y ya le dije que no le pasaría nada, pero no me llamo Malasombra por casualidad. Guisi, dale guantazos hasta que te hartes. Carmen y yo esperaremos.
   -¡Qué ilusión, Malasombra! ¡Gracias!

   Guisi se empleó a fondo mientras Carmen y yo nos tomábamos un pincho de tortilla. No habíamos desayunado y no es aconsejable dar un golpe de estado con el el estomago vacío.

   Cuando el comisario quedó inconsciente nos marchamos en busca de ese pasadizo. Yo llevaba las tres armas. Mi mente pensaba a toda velocidad. Lo normal era darle una a Guisi y la otra a Carmen, pero no acababa de fiarme. Supongo que la desconfianza forma parte de mi naturaleza. Yo sería capaz de traicionar a cualquiera por el simple placer de hacerlo y sin pensar en las consecuencias.
   Caminábamos despacio por la calle para no despertar sospechas. Allí estaba yo, el gran Malasombra, junto a dos chicas preciosas y malas a mi lado. Mi ego no se vería alterado porque ya es demasiado grande.

   -Guisi, supongo que el ejército tendrá un jefe. ¿Quién es?
   -El general Chincheto.
   -¿Lo conoces personalmente?
   -Sí, es un tipo bastante extraño, pero inofensivo. No tendrás problemas para acabar con él. Eso sí, tendremos que desarmarlo y a sus hombres también.
   -Ya contaba con eso. Por cierto, Carmen, los terrícolas que están en el circo, ¿saben que tú también lo eres?
   -No, Malasombra, desde que llegué no he tenido la oportunidad de hablar con ellos. Sé que son de la Tierra porque me lo dijo Guisi.
   -Guisi, ¿a qué se dedican exactamente?
   -Tres de ellos vinieron juntos y según me contaron fueron concejales de cultura de distintos ayuntamientos. Estaban en un congreso para optimizar recursos municipales cuando fueron sorprendidos por una tormenta y no les quedó más remedio que refugiarse en un marisquería. Los pobres tuvieron que sobrevivir tres días a base de langosta hasta que lograron salir y fueron acogidos en un club llamado "Momentos" por unas señoritas muy amables que compartieron sus camas con ellos. Al salir del club aparecieron aquí.
   -Ya, ya, Guisi, muy bonita la historia que te han contado. ¡Carmen! ¡No te rías!
   -Carmen siempre se ríe cuando le cuento esta historia, Malasombra. Porque es mi amiga, si no pensaría que se burla de mí.
   -No, Guisi, no me burlo de ti. Ya te dije lo que significaba la versión que te contaron y no me creíste. Eres muy inocente, pero Malasombra y yo te ayudaremos a entender nuestro mundo,
   -Vale, no discutáis. Guisi, ¿cómo se llaman esos tres tipos?
   -Son Pinto, Paredes y Tupido.
   -¿Y el cuarto?
   -Es el músico y toca el piano mientras los otros tres hacen sus numeritos. Según dice fue a una sidrería y al salir se equivocó de casa y apareció aquí. Se hace llamar Ludwig Florentino Bach. Yo no me fiaría de él. Parece el más peligroso.
   -Ya veremos lo que hacemos con ellos. Se está haciendo un poco tarde. ¿Está muy lejos el palacio del emperador?
   -La verdad es que sí, Malasombra. Creo que deberíamos buscar un escondite para los tres. El comisario Simplicio y el agente lentejo están fuera de combate, pero si alguien va a la comisaría y encuentra al comisario lo desatará y avisará al ejército.
   -Tienes razón, Guisi. Lo normal habría sido ocultar al comisario, pero es que está siendo todo tan fácil que decidí darle un poc de emoción a esta operación. ¿Alguna idea, Carmen?
   -En mi casa no nos buscarán, pero solo tengo una cama.
   -Bien, yo dormiré en ella y vosotras dos en el suelo.
   -¡Ehhhhhhhh! ¡Eso no es caballeroso!
   -¿Carmen, de dónde has sacado que soy un caballero? Además, yo tengo las armas.
   -Sí, Malasombra, pero nosotras somos dos y en algún momento te quedarás dormido.
   -Entendido, vosotras en la cama y yo en suelo.
 
   El apartamento de Carmen era como el que nos habían asignado. Me acomodé en el suelo e intenté dormir, pero una mano sobre la espalda me despertó. Era Guisi que se había acostado a mi lado. Sonrió, pero no dijo nada. me besó en la mejilla y me dio las buenas noches. Por supuesto no correspondí al beso, pero la dejé estar. Apenas unos segundos más tarde Carmen hizo lo mismo y así nos quedamos dormidos. En el suelo y frente a una cama vacía. Si me interesaran las relaciones sociales o sentimentales sería un hombre afortunado, pero ¿hay mayor fortuna que la posibilidad de convertirme en rey, en tirano? Definitivamente, no. Y cada vez estaba más cerca de alcanzar mi sueño.

   Continuará...

4 comentarios:

  1. Y yo que me estaba enamorando de la Agente Guisanta, ahora que se llama Guisi, ni le cuento. Guisi..., qué bien suena, creo que le voy a dedicar una bagatela pianística, "Para Guisi"; original, ¿verdad? Y hablando de teclas, habrá que tener vigilado a ese tal Ludwig Florentino Bach, yo tampoco me fiaría mucho.
    De tanto comerme las uñas por tanta tensión, ya casi he llegado a los codos, pero continúe, no concluya, que aún me queda mucho, soy de extremidades largas.
    Me muero por conocer a un personaje que aún no ha aparecido: ¡el encargado del Registro Civil de Tornillo Allen!
    Saludos.

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    1. Ah, pues no había pensado en el encargado del registro Civil. A ver si lo incorporo aunque sea para un cameo.
      Saludos y gracias y tal y cual...

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  2. Guisi XD Que bueno! Y no veas como se ha destapado la señorita, dándole de mamporros al pobre comisario jejejje

    Interesante continuación (me parto XD) y ya tenemos por aquí a un tal Ludwig Florentino Bach (seguro que es un portento al piano ;) )

    Y toca volver a esperar... Me cachiiiiis... Oye, y como será el circo? Me pica la curiosidad, porque como son tan "especialitos" los del planeta TornilloAllen...

    Hasta la próxima!! Y gracias por las risas ^^ Besitos a los dos!

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    1. Gracias y tal y cual...
      Pues no tengo ni idea de cómo será el circo. Un domingo de estos cuando me siente ya lo pensaré, pero conociéndome puede ser cualquier cosa.
      Besos para ti. :)

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