domingo, 15 de junio de 2014

Malasombra en la playa.

   Por fin estoy de vuelta en mi castillo. Posiblemente haya pasado uno de los peores días de mi vida. Os lo voy a contar a ver si así os amargo la tarde y al menos, puedo hacer algo de provecho.
   No se cómo, pero el Santi me convenció para ir a la playa. Es muy tonto y siempre está con chorradas sin sentido, pero el caso es que accedí.
   Nada más llegar compruebo que en las playas no hay sofás de eskay.
   ¡Vamos a ver! ¡Seriedad! ¿Cómo se puede pasar un domingo de verano en un lugar así? Si lo mejor del calor es que puedes quedarte pegado al sofá gracias al sudor y no levantarte en horas.
   No sentamos en un chiringuito y se pide una cerveza. Por supuesto, yo pido un caldo caliente de algún animal en peligro de extinción. El camarero me mira raro y me dice que no tiene, que si quiero algo fresquito como una sangría.
   Bueno, pues no suena mal y me la trae. La pruebo y no sabe a sangre. ¿Me están tomando el pelo o qué?
Llamo al camarero y protesto:
   -¡Oiga usted! ¡Esto no es sangre!
   -Señor, es vino con gaseosa.
   -¿Y porqué lo llama sangría? ¡Publicidad engañosa! ¡Quiero el libro de reclamaciones!
   Entonces descubro al Santi haciéndole un gesto al camarero: estaba haciendo movimientos circulares con un dedo a la altura de la sien.
   -¿Que estoy loco?
   -Malasombra, deja de armar follón y disfruta del día. Pide otra cosa.
   -Lo que me apetece es largarme de aquí cuanto antes.
   -Pero si acabamos de llegar.
   -Venga, vale, pero me debes una. A ver, señor camarero: tráigame un vaso de agua, pero la calienta un poco.
   Bueno, ya estaba un poco más relajado disfrutando de mi vaso de agua caliente cuando de pronto, Santi me da un leve golpecito con el codo. No me quedó más remedio que pegarle un puñetazo en la boca.
   -¿Pero que haces, animal?
   (Nota: a partir de aquí estoy traduciendo las palabras de Santi para que las podáis entender. Parece ser que sin dientes es difícil vocalizar)
   -¿Cómo que qué hago? ¡Defenderme de tu agresión!
   -Si no era una agresión, intentaba que te fijases en lo buena que está aquella chavala del bikini blanco.
   -¿Se trataba de eso? ¿Para eso quieres venir a la playa? Pero, Santi. Ya me conoces y sabes que a mí no me gustan los humanos y eso incluye a las mujeres.
   -Hombre, Malasombra. Yo pensaba que podrías disfrutar de la vista.
   -Pues no pienses tanto y termínate la cerveza que nos largamos de aquí.
   -¿Tan pronto?
   -¡Tan tarde! ¡No debí acompañarte!
   Pues esto ha sido a grandes rasgos mi día de playa. Ahora sí estoy disfrutando en mi castillo escuchando los gritos del Santi mientras un dentista trata de arreglarle la boca después del puñetazo que le pegué.
   Bueno, en realidad no es un dentista, pero al menos es un doctor. Voy a ver que tal le va a mi amigo el doctor Lecter con el "atontao" ese y otro día os cuento más cosas. No seáis buenos.