domingo, 30 de julio de 2017

Rey Malasombra (Último capítulo)

   Ya habían pasado tres meses desde mi regreso de Tornilloallen, el planeta en el que reiné por un día.
   Mientras torturaba a un señor en mi castillo por razones que no recordaba me picó el gusanillo de la curiosidad. ¿Qué habría sido de Carmen y de Florentino? Me limpié la sangre y llamé a un detective que trabajaba para mí para que averiguase su paradero. 
   No tardó en obtener la información que necesitaba. Carmen había cogido todo el dinero que yo le había regalado y regentaba una sala de fiestas. Casualmente, Florentino iba a ofrecer un concierto en los próximos días en aquella sala. Parece ser que se llevaban muy bien. Pensé en hacerles una visita sorpresa el día de la actuación de Florentino. 
   Acudí con varios de mis esbirros y enseguida y me acerqué a Carmen para darle una sorpresa. ¿se alegraría de verme? La verdad es que me daba igual.

   -Hola, Carmen, veo que te van bien las cosas -dije sonriendo.
   -¡Malasombra! ¿Tú por aquí? -preguntó sorprendida.
   -Pues sí, regresé a la Tierra y he pensado en visitar a los viejos amigos.
   -¿Qué pasó con tu reinado?
   -La verdad es que se acabó horas después de proclamarme rey. Los que dicen que es mejor caminar que llegar a la meta tienen razón. 
   -¿Y Guisi? ¿Qué pasó con ella?
   -La abandoné, pero no sé qué habrá pasado con ella. Sinceramente, no me importa. Esta noche actúa Florentino en tu sala, ¿ha llegado ya? Me gustaría saludarlo.
   -Sí, está en el camerino. Cuando volvimos nos hicimos amigos y le he ayudado a cumplir su sueño de ser pianista. Es un buen tipo.
   -No lo dudo, aunque me defraudó un poquito al abandonar su deseo de vengarse de mi con tanta rapidez.
   -Ya sabes, Malasombra, la gente tiende a pasar página y a dejar atrás los malos pensamientos.
   -Sí, por desgracia es así. 

   Me indicó con un gesto que la acompañara y llegamos a la puerta tras la que se encontraba Florentino. Nada más entrar comprobé en la mirada del pianista que no se alegraba precisamente de verme.
   
   -¿Qué haces aquí, Malasombra? 
   -No te preocupes Florentino, sólo he venido a ver tu actuación. 
   -¿Seguro? -preguntó con nerviosismo -todavía recuerdo lo que me hiciste.
   -Sí, fue divertido, pero no tienes nada que temer. Me portaré bien.
   -Bueno, me alegra escuchar eso. 
   -En fin, Flortentino, sólo quería saludar. Te dejo para que te concentres y disfrutaré del recital. Cuando termines podemos tomar una copa con Carmen y hablar de nuestras cosas. 
   -Sí, claro, no hay problema -contestó algo más tranquilo.
 
   Salí de allí y me senté a esperar el concierto. Mis esbirros ya habían tomado posiciones y pronto comenzaría el espectáculo. No tardó mucho el pianista en aparecer en escena y sentarse al piano. Fueron suficientes unos pocos acordes para que mi gente se levantase y empuñase las armas. Ordenaron al público asistente que permaneciese sentado mientras yo subía al escenario. Florentino me miraba horrorizado porque no era tonto y sabía perfectamente lo que iba a suceder. Carmen también apareció y fue la única que se atrevió a preguntar.
 
   -¿Qué está pasando, Malasombra?
   -Nada, Carmen, que voy a hacer la función más interesante y divertida. No te habrás creído que iba a soportar un recital de música sin hacer nada.
   -No, por favor -suplicó Florentino mientras mis hombres lo sujetaban y colocaban sus manos sobre las teclas.
   -No te preocupes -dije -ya te dije que no te haría nada y cumpliré mi palabra. esta vez será uno de mis hombres el que haga el trabajo.

   A mi señal, uno de los esbirros cerró la tapa del piano y Florentino comenzó a gritar de dolor. El atónito público contemplaba la escena y fue cuando me dirigí a ellos.

   -Ya ven ustedes, no sólo toca el piano. Además canta, aunque no muy bien. Tal vez debería haber ensayado un poco más la voz. El caso es que como no han pagado por escuchar ópera, al salir les darán todos sus objetos de valor a un par de señores que les esperan en la puerta. A no ser que quieran subir al escenario y acompañar al artista.

   Todos se marcharon rápidamente después de entregar sus pertenencias y ya solo quedaba el pianista, carmen y yo. Carmen me miraba preocupada, pero enseguida la tranquilicé.

   -No te preocupes, Carmen, no te voy a hacer nada. Lo único que mi gente les ha dicho a los asistentes mientras les robaban que tú eras la jefa y supongo que alguno irá a la policía. Además, el dinero que te llevaste pertenecía a un par de grupos criminales a los que estafé en su día y casualmente alguien les ha dicho que fuiste tú. Si yo fuera tú huiría y me escondería.
   -Eres un hijo de puta -me insultó Carmen.
   -No me vas a ablandar con elogios -contesté -tarde o temprano alguien te encontrará y creo que no deberías perder más tiempo.

   Carmen corrió hacia la salida y ya viviría siempre con la angustia del perseguido. La verdad es que le había mentido y nadie la buscaba, pero ella no podía saberlo. Miré a Florentino que seguía retorciéndose de dolor y me despedí de él con cortesía. Al fin y al cabo soy un caballero.

   -Señor pianista, ha sido un privilegio escucharle. Espero con impaciencia su próximo recital.

   Seguramente dijo algo parecido a un insulto, pero entre los gritos de dolor no lo entendí bien. Tampoco importaba mucho. Reuní a mis hombres y me marché de allí con la satisfacción del trabajo bien hecho. Estaba tan contento que renuncié a mi parte del botín y dejé que mis esbirros se lo repartiesen entre ellos.
   Era noche cerrada cuando llegué a mi castillo y me senté en el salón a disfrutar de una buena copa y a pensar en toda aquella historia. El final había sido gratificante. Seguramente Guisi habría disfrutado mucho porque era una maldita psicópata. Aquel pensamiento ensombreció mi alegría y no sabía porqué.
   Me levanté y al pasar frente a un espejo me miré como hago siempre porque soy bastante presumido y observé el reflejo de mis ojos. Estaban vacíos y nunca los había visto así. De pronto llegó uno de mis hombres.

   -¿Qué pasa? -pregunté.
   -Señor, hemos capturado a una persona que merodeaba por los alrededores.
   -Traedla inmediatamente -ordené.
 
   Nada más entrar mis ojos volvieron a llenarse de vida.

   -¡Guisi!
   -Malvado Malasombra, en el balcón del palacio de Lechuguito tú me besaste a mí. ¿Porqué?
   -Porque estoy enamorado de ti, Guisi.
 
   Ella sonrió...

   FIN

   
   
   

domingo, 23 de julio de 2017

Rey Malasombra (13)

   Salí al balcón del palacio escoltado por Guisi y por el emperador Lechuguito. Observé a la multitud con la tierna mirada del tiburón que divisa un banco de atunes. No había preparado ningún discurso porque aquel acto sería una simple presentación. Ya llegaría la hora de legislar. Invité con un gesto al emperador a dirigirse al pueblo.

   -Amados tornilloallenses, he gobernado durante mucho tiempo con el único propósito de hacer que la felicidad os acompañe, pero ha llegado la hora de mi retiro. A partir de hoy Tornilloallen estará en las manos de Malvado Malasombra, que será coronado y guiará vuestros pasos. Nada debéis temer nada de él porque su bondad y sabiduría conquistará vuestros corazones.

   El pueblo comenzó a murmurar ante la inesperada noticia, pero a mí me daba bastante igual. Me adelanté y Lechuguito puso sobre mi cabeza la corona que certificaba nombramiento. Hizo una reverencia de sumisión y se retiró unos metros. Era el momento de decir mis primeras palabras como rey.

   -Pueblo de Tornilloallen, quiero agradecer al emperador Lechuguito la confianza que ha depositado en mí. Mi primera decisión es la de cambiar el título de emperador por el de rey porque esta ciudad no está mal, pero no llega a imperio. La segunda es anunciaros que hoy mismo me casaré con Guisanta y será la reina. A ella le debéis la misma obediencia que a mí. Con motivo del enlace real habrá tres días de fiesta para vosotros donde todo estará permitido. Celebrad esta nueva etapa de prosperidad y alegría con cerveza, mucha cerveza.

    La reacción del pueblo fue mejor de lo que esperaba y comenzaron a aplaudir. Sí que era cierto aquello de que son muy inocentes. Miré a Guisi y se acercó con la ilusión de una niña, me miró a los ojos y la besé. El pueblo vitoreaba y lanzaba vivas a los nuevos reyes.
    Pasados unos minutos nos retiramos al interior y comencé a tomar las primeras decisiones como rey. Pedí a Guisi que encerrase a Lechuguito en un calabozo y que trajese al general Chincheto.
   -Bien, general, somos los nuevos reyes y nos debes obediencia.
   -Sí, majestad, así es. Estoy a su servicio -dijo con calma.
   -Bueno, yo no te conozco y no sé si me puedo fiar de ti. La decisión la tiene la reina -dije mirando a Guisi.
   -Nos podemos fiar de él -aseguró Guisi.
   -Bien, general, estarás al frente del ejército con tus hombres, pero de momento no te devuelvo las armas. No estamos en guerra y con unas simples porras podréis garantizar el orden. Ahora, libera a tus hombres y marchaos a vuestras dependencias hasta que os llame -ordené.
   -A sus órdenes, majestad -dijo el general antes de marcharse.

   Guisi y yo nos quedamos solos y fuimos a la habitación del antiguo emperador. El día había sido muy largo e intenso. Nos sentamos frente a la cama.

   -Ya eres la reina.
   -Sí, mi señor -dijo sonriendo.
   -Vale, lo de mi señor entre tú y yo no cabe. Somos reyes los dos.
   -Sí, mi señor -repitió mientras sus ojos se deslizaban a la cama.
   -Supongo que querrás compartir cama.
   -Claro que sí, Malasombra, lo estoy deseando.
   -Bueno -concluí.

   Nos metimos en la cama y pasó lo que tuvo que pasar. Que si abrazos, que si besitos, que si caricias, que si esto, que si lo otro, que si hicimos el amor...sí, me sedujo.

   Guisi se quedó dormida a mi lado, pero yo no podía dormir. Era rey, tenía un pueblo bajo mis pies, una mujer malvada y preciosa enamorada de mí, ¿porqué estaba triste?

   Me levanté con mucho cuidado y miré a Guisi, la reina Guisi, por última vez. Llegué a la sala donde estaba la puerta estelar y di el paso. En apenas unos segundos estaba de vuelta en mi castillo.
   Fui a mi cama y dormí plácidamente hasta que llegó la mañana. Me levanté y observé mi maravilloso jardín de rosales. No tenía flores porque mis jardineros las cortan en cuanto empiezan a brotar para no estropear la belleza de las espinas.
   Volvía a ser el malvado Malasombra. Aquel que conquistó un reino y lo abandonó a su suerte sin ningún remordimiento. Sí, ese era yo.
   Comenzaba un nuevo camino de maldad y estaba deseando dar el primer paso.

   Continuará...
   (Que sí, que dije que éste era el último, pero se me ha ido de las manos. Yo quería terminar en el capítulo 13 porque me gusta mucho el número, El caso es que hay más...¡Anda! lo llamaré epilogo y así mantendré el 13. Resumiendo, que la próxima semana será la última entrega de esta cosa y para que sepáis que lo digo en serio:  ¡lo juro por la cerveza!)

domingo, 16 de julio de 2017

Rey Malasombra (12)

   Se acercaba la hora de mi discurso ante los tornilloallenses y quedaban asuntos pendientes. Los reuní a todos en un salón del palacio y comencé la tarea.
   -Tú, Lechuguito, ¿dónde está la puerta estelar para volver a la Tierra? -pregunté.
   -Está en una puerta secreta que hay en la torre más alta del palacio -contestó -basta con entrar en la estancia y aquel que lo haga volverá a su planeta de origen.
   -Bien, me decepciona mucho que hayas contestado con tanta rapidez porque no me das motivos para torturarte.
   -Me limito a sumir la nueva situación -concluyó Lechuguito.
   -¿Habéis decidido ya? -pregunté a los concejales.
   -Sí, de momento nos quedamos aquí para ser ministros y servirle a usted -dijo Pinto en nombre de los tres.
   -¿Y tú, Florentino?
   -Yo quiero volver a la Tierra -contestó.
   -Así será -dije.

   Sólo faltaba la decisión de Carmen. Hice salir a todos porque quería tratar el tema en privado con ella y con Guisi. Eran mis compañeras de golpe de Estado y probablemente el tema más espinoso hasta el momento. Nos sentamos los tres y las miré. También se miraron entre ellas y no se puede decir que de forma amistosa.
   -Señoritas, el último plan era que tú, Carmen, volverías a la Tierra y que Guisi sería la reina de Tornilloallen casándose conmigo, pero parece que tenéis dudas.
   -Yo no tengo ninguna -aseguró Guisi -es Carmen la que dijo que estaba pensando en quedarse.
   -Entiéndelo, Guisi -dijo Carmen -la posibilidad era muy tentadora, pero puedes respirar tranquila porque lo he sopesado todo y definitivamente quiero largarme de este maldito lugar. No seré un obstáculo para ti.
   -No lo habrías sido, Carmen -replicó Guisi.
   -¿Y eso porqué?
   -Porque somos amigas y lo habríamos solucionado pacíficamente.
   -¿Lo dices porque sabes que me voy a marchar o estás siendo sarcástica?
   -Me has pillado, Carmen, si te quedas habrá lucha. No me valdría ningún acuerdo porque te consideraría una rival.
   -Yo también lo creo, Guisi, y es una de las razones para marcharme. No te tengo miedo y aunque no estoy segura de quién de las dos ganaría no me apetece comprobarlo. Tú has sido la única amiga que he tenido aquí y quiero tener un buen recuerdo. Además, tampoco me apetece tanto el poder.
   -Muchas gracias, amiga -dijo Guisi visiblemente emocionada.

   Las dos se dieron un tierno abrazo y acabaron con el conflicto. La amistad había triunfado. A mí me dio mucha pena porque esperaba una batalla, pero no se puede tener todo.
   Los tornilloallenses comenzaban a llenar la plaza y esperaban las palabras de su emperador, pero antes quería despedirme de ellos y los volví a reunir.
   -Señores concejales de cultura, no os tengo ningún aprecio y no os voy a ayudar. Habéis decidido volver, pero he de hacer honor a mi maldad y he cambiado de idea. Seréis encarcelados aquí y no volveréis jamás. Espero que os hayáis hecho muchas ilusiones porque así es más divertido desilusionaros.
   Comenzaron a protestar, pero Guisi reaccionó inmediatamente a pesar de no saber nada de mi cambio de planes y los inmovilizó. Florentino me miraba horrorizado pensando en que iba a correr la misma suerte.
   -¿Qué te pasa, Florentino? Parece que estás asustado.
   -¿En serio vas a ser tan hijo de puta y me vas a dejar aquí?
   -Reconozco que es tentador, pero tu caso es distinto -lo tranquilicé -Volverás con Carmen y una vez en la Tierra contactarás con unos amigos que te ayudarán a rehacer tu carrera de pianista.
   -Me habías asustado, Malasombra, pero hasta que no esté allí no me fiaré de ti.
   -Haces bien en desconfiar, pero sin que sirva de precedente cumpliré mi palabra.

    Ordené a Guisi que se llevara a los concejales y pedí a Florentino que saliese para despedirme de Carmen a solas.

   -Bien, Carmen, hasta aquí llegó nuestra historia. La verdad es que no sé porqué pero me caes bien. En la Tierra tengo varias propiedades en los que guardo dinero que gané honradamente con chantajes y extorsiones. Te voy a dar la dirección de uno de ellos y te vas a quedar con todo el dinero que encuentres en los cajones. No sé cuánto es exactamente, pero son millones y podrás vivir como te de la gana. Espero que te vaya bien.
   -Muchas gracias, Malasombra. Lo cierto es que me he divertido mucho estos días y nunca me había tropezado con un tipo tan trastornado como tú. Siempre te recordaré con cariño, aunque antes de marcharme he de preguntártelo, ¿en serio no te has sentido atraído por mi?
   -No, pero no te ofendas, eres guapa y atractiva, pero no te mentí cuando dije que no me interesaba el sexo. Y tú parecías aliviada cuando te lo confesé.
   -Sí, pero eso no significa que no me doliese un poquito el rechazo. Una tiene cierta autoestima.
   -Eres encantadora, Carmen, dame un abrazo.

   Aquel abrazo de despedida duró mucho más de lo que me hubiese gustado y al final nos besamos. Fue un beso inocente y puro, pero tuve que hacer un esfuerzo impresionante para reprimir el asco. Nuca entenderé porque la gente se besa, pero yo estoy en un nivel superior y tampoco me apetece averiguarlo.
   Florentino volvió a entrar y Guisi llegó después de encerrar a los concejales. Mi futura reina los acompañó a la puerta estelar y se marcharon. Cuando volvió me dijo:
   -Emperador Malasombra, el pueblo está esperando.
   -Gracias, Reina Guisi, pero lo de emperador me suena a pez y no me gusta. Seré rey y tú, reina.
   -Tú mandas, mi señor.

   Continuará...

domingo, 9 de julio de 2017

Rey Malasombra (11)

   -¿Te arruiné la vida? Tendrás que ser más concreto. He arruinado muchas y no tengo tanta memoria -dije mientras apuntaba a Ludwig.
   -Fue el día de mi debut como pianista. Yo estaba muy ilusionado y mi familia y amigos estaban en el auditorio cuando llegaste tú con tus esbirros y secuestrasteis el lugar para romperme las manos. Años de duro trabajo y estudio tirados a la basura y todavía no sé porqué lo hiciste.
   -¡Hombre! Ahora lo recuerdo todo. ¿Eras tú? Las personas que inventaron aquello de que el mundo es un pañuelo se quedaron cortos. ¡Nos hemos encontrado en otro planeta! ¿No es maravilloso?
   -¿Maravilloso, maldito Malasombra? ¿Porqué lo hiciste? ¿Qué te hice yo?
   -Escucha, Ludwig, no fue nada personal. Yo había visto Pretty Woman ese día y hay una escena en la que el Richard toca el piano y la Julia se sienta junto a él, pero en otro momento de la película él le pilla la mano con la tapa de un estuche que contenía un collar. Lo hizo de broma, pero yo me indigné muchísimo. ¿Dónde estaba la gracia? Lo decente habría sido decirle a la Julia que tocase el piano y luego cerrar la tapa de golpe. ¡Eso sí habría sido divertido!
   -No entiendo nada, Malasombra.
   -Ten paciencia, que la cosa no acabó ahí. Resulta que para relajarme salí a la calle a pegarle a la gente con la que me cruzaba hasta que llegué a un auditorio donde se anunciaba el debut de un pianista. Llamé a mi gente para tomar el recinto y tú estabas sentado al piano. Lógicamente te pusieron las manos sobre el teclado y yo cerré la tapa con fuerza. Lo único que quería era demostrar que era más divertido que la maldita escena del collar y así fue. Me reí muchísimo. ¿A tí no te pareció gracioso?
   -¿Eres tonto o qué? ¿Cómo me va a parecer gracioso que me rompieses los diez dedos de las manos?
   -¿Los diez? ¡Qué bien! A eso le llamo yo eficiencia. Por cierto, creo que no te he reconocido porque tu cara de dolor no era la misma que tienes ahora. Deberías haberte visto. Gritabas como si te hubiese hecho daño.
   -Necesité 20 operaciones y tres años de rehabilitación para volver a sentarme al piano. Cuando lo hice me di cuenta de que había desarrollado pánico escénico por el miedo a que se cerrase la tapa.
   -Hombre, Ludwig, yo no entiendo mucho de esas basuras que los músicos llamáis instrumentos, pero habría sido sencillo quitar la tapa para las actuaciones.
   -¿Crees que no lo pensé, asqueroso? Pero la fobia fue más allá de lo racional y acabaste con mi carrera de pianista para siempre. ¿Mereció la pena por reírte un rato?
   -¿Es una pregunta retórica? ¡Claro que sí! ¿Qué es una vida ajena a cambio de unos segundos de mi risa? ¡Absolutamente nada! Pero no vivamos de nimiedades del pasado y volvamos al presente. ¿Qué pretendes hacer?
   -¡Te voy a matar, Malasombra! -amenazó acercándose a mí.
   -¿En serio? -pregunté mientras le disparaba y lo dejaba paralizado.

   La verdad es que estaba decepcionado porque me esperaba un poco más de resistencia, pero un hombre dispuesto a vengarse no podía caerme mal. Lo até a una silla y ya pensaría algo para compensar su breve e inocente intento de agresión.

   -No me has dicho como te llamas, pero supongo que si has intercalado Florentino entre Ludwig y Bach te llamarás Florentino.
   -Así es -contestó.
   -Bueno, has escuchado lo que les dije a los tres concejales. A ti te ofrezco lo mismo, pero con un matiz importante. Puedes volver a la Tierra o puedes quedarte aquí con una misión muy concreta: derrocarme. Sí, ya sé que suena extraño, pero es que no estoy encontrando ninguna resistencia y me gustaría que mi golpe de estado tuviese un poquito de chispa. Si decides quedarte te dejaré libre y podrás conspirar junto a unos cuantos tornilloallenses que elegiré al azar. Así tendrás la esperanza de vengarte de mi, aunque sigo creyendo que tus motivos son insignificantes.
   -Malasombra, llevo tanto tiempo obsesionado contigo que había olvidado lo que dejé atrás en la Tierra. Me parece que quiero volver si de verdad me vas a dar esa opción.
   -¿Estás seguro?
   -Definitivamente sí.
   -Es una pena, Florentino, pero espero que pases página y retomes tu carrera como pianista.
   -¿Lo dices de verdad, Malasombra? No esperaba este gesto de humanidad.
   -Bueno, ya te dije que no fue nada personal, pero confieso que tu ingenuo intento de venganza me ha conmovido. Me ha traído recuerdos de la infancia como cuando con cuatro años intenté mi primer delito en la guardería.
   -¿Le robabas a los otros niños?
   -Por supuesto que sí, pero esa era la rutina diaria. Yo hablo de delitos de verdad.  Seguí a la profesora y a su novio hasta un parque y los fotografié mientras se besaban. Luego le pedí dinero a cambio de no colgar las fotos por toda la ciudad. La profesora se rió mucho y no accedió porque una pareja dándose un beso no era nada escandaloso. Con el paso de los años yo también me río de aquel pobre intento de chantaje, pero los niños no venimos al mundo con un manual de delincuencia debajo del brazo. Se aprende practicando. Como tú habrás aprendido a tocar el piano.
   -Sí, Malasombra, y creo que ahora tendré que aprender a dejar atrás el rencor y retomar mi vida.
   -Florentino, es una buena decisión. No me malinterpretes, ni se me pasa por la cabeza disculparme porque no siento el más mínimo remordimiento por lo que te hice, pero es hora de pasar página. Eso sí, permanecerás atado hasta que llegue el momento. ¿Sabes donde está la puerta estelar o alguna pista sobre ella?
   -Hay rumores de que está en este palacio, pero no lo puedo asegurar.
   -Si está aquí la encontraremos.
   -Ya por simple curiosidad, ¿te castigó aquella profesora de la guardería?
   -Sí, me puso todo el día de cara a la pared con el Quijote en una mano y la Regenta en la otra. Por cierto, fueron los dos libros que le regalé cuando fui a la cárcel a visitarla.
   -¿Acabo en la cárcel? ¿Qué hizo?
   -¡Reírse de mí! ¿Te parece poco? Esto sucedió cuando tenía cuatro años, pero cuando cumplí los cinco reuní dinero suficiente para comprar cocaína, la puse en su bolso y llamé a la policía. Todos los niños lloraban cuando se la llevaron esposada...todos menos yo.

   Continuará...

   Santi Malasombra
 

domingo, 2 de julio de 2017

Rey Malasombra (10)

   El silencio se hizo incómodo y, finalmente, Guisi lo rompió:
   -Perdona, Carmen, ¿qué significa que te lo estás pensando?
   -No te enfades, Guisi, seguramente me marcharé como estaba previsto, pero no me negarás que el poder es muy tentador -contestó Carmen.
   -Sí, pero teníamos un plan. Yo siempre te he tratado bien y somos amigas. De hecho eres la única que tengo. Me dolería mucho que no cumplieses tu parte -dijo Guisi.
   -Bueno, Guisi, recuerda que prácticamente me obligaste junto con tu jefe a acostarme con Malasombra. Y no voy a decir que sea feo porque es el que manda aquí, pero tampoco es mi tipo -afirmó Carmen algo enfadada.
   -Pues no pareció importarte mucho -dijo irónicamente Guisi.
   -Porque era la única opción que tenía para marcharme de vuestro estúpido planeta -se justificó Carmen.
    -¡Señoritas, nuestro objetivo no está cumplido todavía! -dije para zanjar aquella discusión -Vamos a culminar el golpe de estado y luego ya veremos lo que pasa. Si rompemos el equipo nuestros esfuerzos no habrán servido para nada.
   -Tienes razón, Malasombra -concluyó Guisi mientras Carmen asentía.

   Para ser sincero me había molestado mucho cortar aquella disputa que tenía pinta de convertirse en una pelea de escorpiones dentro de un círculo de fuego. Por cierto, ¿sabíais que los escorpiones son comestibles? Se les quita la cola donde tienen el veneno y el simpático aguijón y se pueden comer incluso crudos. No tiene nada que ver con esta historia, pero he de amortizar mis conocimientos de supervivencia en la naturaleza. Por si alguien se lo pregunta he de aclarar que nunca lo he hecho ni creo que me vea en la necesidad de hacerlo.
 
   -Tú, Lechuguito, ¿hay algún lugar especial para dirigirse al pueblo? -pregunté.
   -Suelo hablar desde el balcón del palacio que da a la Plaza Mayor -contestó el emperador con la resignación del que se ha rendido.
   -Bien, ¿cómo los convocas? -seguí preguntando.
   -El cartelero oficial del imperio coloca carteles por toda la ciudad con la convocatoria -dijo el emperador.
   -¡Qué venga inmediatamente! -Ordené.

   Enseguida apareció el cartelero oficial y, aunque algo sorprendido, acató sin problemas lo que le mandé. Ni siquiera preguntó. Esa misma noche se reunirían los habitantes en la plaza para escuchar mi discurso y asumir un nuevo liderato. Mandé a Guisi a buscar a los tres concejales de cultura y al músico porque quería hablar con ellos. Carmen se encargaría de vigilar al general Chincheto y a sus hombres hasta que llegara la hora de mi proclamación. Necesitaba que el emperador Lechuguito me cediese el poder delante de todos para que no hubiese problemas.

   -Bien, Lechuguito -dije -el plan es muy simple. Saldremos al balcón y tú dirás al pueblo que estás cansado y que a partir de ese momento yo seré el emperador. Si tanto te adoran acatarán tu decisión. A cambio te dejaré vivir como emperador emérito. Nadie te hará daño y serás respetado, pero no tendrás ninguna atribución. Si te niegas no me quedará otra opción que liquidarte.
   -Creo, Malvado Malasombra, que no tengo otra alternativa -asumió.
   -Así es -Concluí.

   Todo transcurría según lo planeado y estaba tan ilusionado que por un momento sopesé incluso la posibilidad de sonreír de verdad. Yo nunca sonrío a no ser que lo necesite y, por supuesto, siempre se trata de una sonrisa falsa. Afortunadamente, Guisi llegó con los terrícolas antes de que mi rostro mostrase signos de felicidad.

   -Malasombra, aquí están los tipos de tu planeta: Pinto, Paredes, Tupido y Ludwig Florentino Bach -dijo Guisi.
   -Buen trabajo, Guisi, ahora ayuda a Carmen a encerrar al general Chincheto y a sus soldados en algún sitio- ordené -yo he de hablar con esta gente.

   Las dos amigas...de momento...se marcharon y me quedé con ellos para contarles la situación:

   -Bueno, sé que tres de vosotros sois concejales de cultura y que estáis aquí porque a la salida de un prostíbulo había una puerta estelar. Es evidente que para ser concejales de cultura no hace falta ser cultos y que vuestras juergas delatan que sois unos vividores sin escrúpulos. Eso me viene muy bien para los planes que tengo. Cuando encontremos la forma de volver a la Tierra podréis hacerlo libremente o podréis quedaros aquí con rango de ministros de mi nuevo gobierno. La verdad es que sería muy cómodo para mí porque no tendría que enseñar a ningún tornilloallense valores tan bonitos como la corrupción y esas cosas que hacéis los políticos.

   -¿Es usted de la Tierra? -preguntó uno de ellos.
   -Pues sí, creo que era evidente, pero me viene muy bien que seas lo suficientemente tonto como para no haberlo deducido -contesté amablemente.
   -¡Mira qué bien! -dijo otro.
   -Quedan tres horas para mi proclamación. Os lo podéis pensar si es que sabéis lo que es eso y contestarme antes de que llegue el momento o daré por sentado que sois hostiles y os reventaré la cabeza. Ahora, salid todos de aquí menos el músico.

   Así lo hicieron. El músico me miraba con cara de analista. Estaba mucho más tranquilo de lo que la situación requería y no mostraba ningún signo de miedo. Eso me preocupaba un poco, aunque tampoco demasiado.

   -Bien, tú pareces el único con un mínimo de inteligencia -dije con calma.
   -Bueno, no soy tan tonto como Pinto, Paredes y Tupido, aunque eso no es difícil
   -¿Te haces llamar Ludwig Florentino Bach? Es muy bueno, ¿cuál es tu verdadero nombre? -pregunté.
   -Quizá algún día te lo diga, Malasombra -contestó misteriosamente.
   -Veo que ya sabes mi nombre -dije.
   -Lo sé desde hace años, Malasombra. Nada más ver tu cara asquerosa comencé a pensar en cómo vengarme de ti por lo que me hiciste en la Tierra. Arruinaste mi vida y vas a pagar por ello...
       Continuará...