martes, 25 de agosto de 2015

Made in Taiwan

   -¿Qué hora es?- Le pregunté a un señor que pasaba por la calle.
   -Lo siento mucho, señor, pero no tengo reloj.
   -¿Cómo es eso posible? No puedo consentir que no lo tenga. Puede que otro día le pregunte la hora y así podrá contestarme.
   -Disculpe, pero tengo prisa- contestó el señor mientras apresuraba el paso y me miraba un poco extrañado.
   Aquello no podía quedar así y decidí regalarle un reloj a aquel señor. Le seguí hasta su casa desde una distancia suficiente para que no me viese. Fue sencillo, ya que estudié espionaje con Anacleto y eso siempre es una garantía.
   Tramé un plan muy simple: lo secuestraría para obligarlo a aceptar un reloj.
   Lo primero era reunir a una banda para llevar a cabo el secuestro. Eso fue sencillo: asalté la cárcel donde el maldito Lucky Luke había encerrado a los hermanos Dalton.
   Estuvimos toda la noche esperando y a primera hora de la mañana aquel señor abandonó su casa. Le pegamos y lo metimos en un coche. Conducimos rápidamente hacia mi castillo y lo metimos en una de mis mazmorras.
   Mi veterinario de guardia curó sus heridas y lo até a la pared con cadenas. Ya iba siendo hora de presentarme como es debido que para eso soy extremadamente educado.
   -Señor, soy Malasombra y le he secuestrado para regalarle un reloj, ¿cómo se llama usted?
   -¡Maldito loco! ¿Qué quiere de mí?
   -Nada, señor, ya se lo he dicho, pero me gustaría saber su nombre. En realidad no me importa, pero me estoy cansando de escribir "señor" porque está muy a la derecha del teclado y se me está cansando el meñique.
   -¿Qué está diciendo? ¿Se ha vuelto loco? ¡Suélteme inmediatamente!
   -¡No! ¡Su nombre!
   -Me llamo Iñigo.
   -¡Que cabrón! ¡También lleva "ñ"! ¿No me diga que se apellida Montoya?
   -No, mi apellido es García.
    -¡Lástima! Montoya tiene una rima muy bonita. Pero bueno, vayamos a lo importante: ¿tiene alguna predilección por algún reloj en concreto?
   -No, yo lo que quiero es salir de aquí.
   -Está bien, yo decidiré que reloj regalarle.
   Salí de la mazmorra después de atizarle unos cuantos latigazos. No eran necesarios, pero soy un hombre de costumbres. Ahora se trataba de conseguir un reloj.
   Entré a una relojería y pregunté por un reloj baratito que diese la hora y punto. Nada de lujos innecesarios. El relojero me mostró uno y me pidió 20 euros por él. Lo miré y descubrí que en la parte de atrás ponía "Made in Taiwan".
   Pensé que si la fábrica estaba en Taiwan, me saldría mucho más barato comprarlo allí, y no están los tiempos como para ir derrochando.
   Alquilé un jet de esos que vuelan y viajé a Taiwan. Ah, perdón, se me olvidaba comentar que antes de salir de la relojería, le pegué al relojero. Ya sabéis, para no perder la sana costumbre.
   Ya estaba en Taiwan y pregunté, pregunté y pregunté. No obtuve ninguna respuesta. Después de varios meses comencé a sospechar que quizá allí hablaban otro idioma. Era el momento de cambiar de táctica y volví a preguntar señalándome la muñeca para ver si alguien me daba información acerca de la fábrica de relojes.
   De pronto pasó una taiwanesa guapísima y quise cortejarla. Vi un puesto de flores y robé un ramo, se lo ofrecí y lo despreció tapándose la nariz. En ese momento caí en la cuenta de que desde que estaba en Taiwan no me había duchado. Bueno, seguía preguntando con el ramo en la mano, cuando vi un taxi y me monté, le hice el gesto de la muñeca y el taxista asintió.
   Me llevó a un lugar y entré. Era uno de esos edificios donde se cuelgan "dibujicos" en la pared y la gente entra a verlos. Yo no entendía nada. ¿Qué tenía que ver aquello con un reloj?
   De pronto, no pude más que sonreir. Resulta que estaba delante de un cuadro que se llama "Flores".
Estaba claro que el taxista me había malinterpretado. ¡Estos taiwaneses!
   Salí de allí y vi a un niño con un reloj en la muñeca. Al fin y al cabo había encontrado lo que quería. Además, ¿hay algo más bonito que robarle a un niño?. Se lo robé, le di un empujón y salí huyendo. Más tarde me enteré que el niño había chocado con el cuadro. Afortunadamente las cámaras solo captaron los últimos segundos y nadie me reconoció.
   Volví a mi castillo orgulloso de mi logro y con el reloj en la muñeca. Entonces tuve un revelación. ¿Para qué iba a regalarle el reloj a Iñigo? Si lo tenía yo, no tendría necesidad de preguntarle a nadie la hora.
   Pues nada, que Iñigo se quede en la mazmorra, yo disfruto de mi nuevo reloj y todos contentos y felices.

UN NIÑO TAIWANES CAE EN MUSEO Y ROMPE UN CUADRO VALORADO DE 1,5 MILLONES DE DÓLARES. SE TRATA DE UN ÓLEO LLAMADO "FLORES" DEL SIGLO XVII PINTADO POR PAOLO PORPORA.