domingo, 11 de octubre de 2015

Profesor Malasombra

   Buenos días, damas y caballeros. Hoy, vamos a hablar de un filósofo desde otro punto de vista: vayamos a la azotea que hay mejores vistas.
   Hablaremos de Sócrates. Este tío fue un filósofo griego que nació en el siglo nosecuantos y su principal virtud era dar sentido a las buenas acciones y pasando un huevo del relativismo que proclama que nada importa y que las cosas son como son, que nada tiene consecuencias  y punto. El Sócrates este pensaba que con la dialéctica se podía convencer a las personas de que hiciesen buenas obras porque hacer el bien era un rasgo humano. Es decir, que el nota este era más pesado que un charlón en la barra de un bar. Lo ilustraré con un ejemplo práctico.

   
   Evidentemente, un tipo así no puede caerme bien y no soy relativista. ¿Hacer el bien? ¡Pringao! Lo que mola es hacer el mal y asumir las consecuencias. Las buenas acciones están pasadas de moda. Afortunadamente, los griegos lo condenaron a muerte y lo obligaron a beber cicuta. La historia dice que se negó a colaborar con el régimen de "Los Treinta Tiranos". ¿Cómo es posible tal negativa ante un régimen con un nombre tan bonito? Un antepasado mío, Anitos Malasombra instigó la acusación y se la encargó a un tal Melitos. Pero a mí no me engañan: lo condenaron por pesado. 

   Pero lo que nadie cuenta es que el Sócrates tenía un salud de hierro. Por cierto, ¿porqué se asocia salud de hierro a buena salud? El hierro es un metal que se oxida con mucha facilidad y que acaba desapareciendo. ¿Quién es el lumbreras que se inventó esa frase? No sé, sería más adecuado decir que tiene una salud de plástico, que dura más. Ya buscaré al inventor del dicho y al inventor del hierro para pegarles una buena paliza. ¿Por donde iba? ¡Ah! por la salud de hierro. Por cierto...¡Uy! ¡Perdón! Ya lo he escrito antes. esto me pasa por escribir con la cabeza quitada. 

   Bueno, el caso es que sobrevivió y reapareció siglos más tardes como futbolista brasileño. Desgraciadamente para el fútbol, que no para la filosofía, falleció definitivamente. 
   Perdónenme, damas y caballeros, pero me llama la directora del centro.
   -¿Sí?
   -¿Dónde están los niños?
   -En la azotea.
   -Pues bájelos inmediatamente que hay que darles el biberón y cambiar los pañales a los que lo necesiten. Esto es una guardería muy seria y no queremos que lleguen los padres y no estén limpios y alimentados.
   -Bueno, vale, enseguida bajo. 
   
   ¡Jo! ¡Con lo bien que me estaba quedando la clase!

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