lunes, 15 de agosto de 2011

Malasombra, en busca del dedo perdido.

       El zapatófono estaba sonando. Me quité el zapato y contesté con mi habitual cortesía:
       -¿Quién coño se atreve a molestarme?
       -Soy Santi, el que comparte cerebro contigo.
       -¿Qué quieres, maldito usurpador?
       -Escucha, Malasombra, no te llamo para discutir. Necesito tus servicios.
       -¿A cambio de qué?
       -A cambio de ausentarme unas horas y dejarte el cerebro que compartimos para tí solo.
       -Me parece bien. ¿Cúal es el problema?
       -Escucha. Tengo una amiga, Alicia, que ha perdido un dedo. Parece ser que se ha ido y no da señales de vida. Necesito encontrarlo para devolvérselo.
       -Me pongo a investigar inmediatamente.
       Esta misión es de las buenas. Normalmente me pagan con grandes sumas de dinero, pero librarme de Santi es más tentador. Me interrumpe constantemente y sin él podría dominar el mundo y sembrarlo de maldad y devastación. Lo primero es preguntar en los restaurantes chinos. En estos lugares se cocinan cosas muy extrañas. Pero primero tendría que hacerme pasar por chino. Retrocedí unas cuantas décadas con mi máquina del tiempo y le ordené a Picasso que me pintase de amarillo. No podía negarse, al fin y al cabo yo le desvelé los secretos del cubismo en un viaje anterior. Ya de vuelta entré a un restaurante y pregunté en el idioma de los chinos:
       -¿No habléis visto un dedo pol aquí?
       -Pues no, caballelo, ¿pol qué lo plegunta?
       -Pol que se que aquí cocináis de todo, incluso latas, gatos y pelos. No cleo que tengáis esclúpulos pala cocinal dedos humanos.
       -No señol, admito lo de las latas, gatos y pelos, pelo paltes del cuelpo humano hace mucho que no selvimos. Son un poco indigestas. Si no me clee puede milal en el fligolífico.
       Parecía que aquel cocinero chino era sincero, pero su respuesta me dio una idea. Tal vez podría engañar a Santi con uno falso, al fin y al cabo es medio tonto y seguro que cuela. Lo llamé y le dije que la misión había concluido con éxito. Se puso muy contento y me dijo que cumpliría su promesa. Le envié el dedo por Seur y ahora a disfrutar de unas horas sin ese aguafiestas.



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