La señorita Felicia se calmó un poco y comenzó a explicarme porqué había cambiado su actitud.
-Malvado malasombra, yo no le mentí cuando nos conocimos. Todo lo que le dije es cierto, pero ayer el agente Lentejo me amenazó para que le contase todo lo que sabía sobre usted. Tengo familia y la utilizó para presionarme. Cuando le dije a usted que el emperador Lechuguito tenía planeado internarlo en el circo lo hice porque el agente Lentejo me lo pidió. Quería ponerlo nervioso y observar su siguiente movimiento. Le hablé de sus planes de conquistar nuestro mundo y se rió mucho diciendo que eso era imposible. También me pidió que conservase la calma y que le tuviese entretenido hasta el día de la supuesta boda. Sí, supuesta porque según él jamás se celebrará. Tienen planeado utilizar la ceremonia como el principio de una fiesta para el emperador. Usted será encerrado en una jaula, la harán girar hasta que se maree y luego le harán caminar para que se caiga. Es un espectáculo que hace muchos años que no se ve y quieren rescatarlo para divertir al emperador y a toda la ciudad.
-Señorita Felicia, ese es un castigo divertido, pero bastante suave. ¿Hay algo más?
-No me lo dijo, pero me temo lo peor. Cuentan que los que entran el el circo jamás salen y no se les vuelve a ver.
-¿Sabe el agente Lentejo que me negué a mantener relaciones sexuales con usted?
-No, no se lo dije. Pensé que no era necesario porque no lo necesitaba para seguir con usted hasta la boda dado que parecía dispuesto a llegar hasta el final.
-Eso es cierto y así será. Mañana volverá a llamar al agente Lentejo para que venga y yo me encargaré de él. Si todo sale bien y no me traiciona no tomaré represalias y se convertirá en mi reina. Cumpliré mi palabra.
-Está bien, ¿cómo lo hará?
-Cuando llegue lo hará entrar al apartamento diciéndole que no me encuentro bien y que entre al dormitorio a echar un vistazo. Cuando lo haga, yo estaré detrás de la puerta, le golpearé y le robaré el arma. Después huiremos y nos refugiaremos en algún lugar.
-¿Dónde nos esconderemos?
-Eso no tiene importancia. Lo importante es que confíe en mí.
-Malvado Malasombra, tengo mucho miedo.
-Es normal, señorita Felicia, pero no tiene otra opción. Está usted atrapada entre dos mundos como lo estuvo Ilsa Laszlo.
-Sí, pero usted no sé si es Rick o Víctor.
-No, yo soy Malvado Malasombra. ¿Cómo puede conocer a los personajes de Casablanca? ¿Quién es usted, señorita Felicia?
-¡Joder! ¡Yo soy tonta! ¿Cómo he podido cometer ese error? Mira, tío, yo también soy de la Tierra. Vine aquí hace dos años porque encontré por casualidad la puerta estelar. Me llamo Carmen y soy española. Este planeta es un muermo y quiero salir de aquí, pero no sé cómo. Los tipejos estos prometieron ayudarme si te retenía.
-Vale, Carmen, ¿qué quieren de mí?
-Pues nada, pasar un buen rato. Esta sociedad es demasiado aburrida y cualquier cosa les entretiene. Cuando te llevaron a la cárcel me pidieron que me hiciese pasar por prisionera para saber qué querías. Al contarles que tu intención era dominar este mundo pensaron en dejarte creer que podías hacerlo. En este momento están escribiendo todo lo que sucede y luego lo leerán para diversión del pueblo. Tú eres como el protagonista de una historia de juglares.
-¿No eres ninfómana?
-Pues no, me gusta el sexo como a todos, pero me alegro de que no quisieras hacerlo conmigo. Al principio me sentí dolida por el rechazo, pero fue un alivio no utilizarlo como arma. Eso tiene un nombre y no me gusta.
-¿Y a qué te dedicabas?
-Tenía una mercería y también me sacaba un dinero extra como modelo de publicidad.
-Bueno, Carmen, me parece que te has metido en un buen lío. Supongo que no habrás oído hablar de mí, pero no bromeaba cuando te dije que iba a dominar este planeta.
-Sí, claro, lo que tú digas. Aquí son muy disciplinados y adoran al emperador. Es verdad que aparte de las pistolas paralizantes no hay más armas, pero veo imposible que se rindan ante un desconocido.
-Eso déjamelo a mí. Si quieres volver a la Tierra puedo ayudarte siempre y cuando tú me ayudes a mí.
-La verdad es que tengo dudas. ¿Sabes cómo volver?
-Pues no, pero si ellos lo saben obtendré la información. Conozco métodos de tortura de verdad, no como la chorrada esa de girar y caerme mareado. ¿En serio pensaban hacerme eso?
-Pues sí, en el fondo son muy inocentes, pero no los subestimes. Tiene muy claras sus ideas y no se dejarán someter.
-Una cosa más, ¿la agente Guisanta es también de la Tierra?
-No, ella es de aquí.
-Cuando salí con ella citó una frase de Star Wars.
-Es que es una de las pocas amigas que tengo aquí y le conté la saga. Yo soy muy aficionada y se la relaté con tanto detalle que es como si la hubiese visto.
-Cuando te he preguntado quién eras, podrías haber dicho que eras mi padre.
-¡Muy gracioso! ¿Cómo quieres que te llame? Porque supongo que lo de Malvado Malasombra será una broma. No sabes la de veces que he aguantado la risa cada vez que me dirigía a ti de esa forma.
-En realidad me llamo Malasombra y añadí lo de malvado porque mola.
-Entonces, Malasombra, ¿cuál es el siguiente paso?
-El previsto. Mañana llamas al agente Lentejo y lo reduciré.
-Lo que tú digas, pero si algo sale mal, diré que me obligaste.
-Es lo justo. Ahora, vamos a cenar y a dormir.
Esa noche dormí como un maldito. Eso de que el mal no descansa es una patraña. Los malignos necesitamos estar en plenitud de condiciones para llevar a cabo nuestros planes.
Carmen llamó al agente Lentejo y apareció enseguida. Yo estaba escondido tras la puerta y al entrar le di un puñetazo y lo dejé inconsciente. Tomé su arma y lo inmovilicé hasta que recuperó la consciencia.
-Agente Lentejo, ahora vas a responder a mis preguntas o te vuelvo a sacudir.
-Está bien, Malvado Malasombra, pregunte.
Le volví a sacudir y volvió a desmayarse.
-Malasombra, pero si estaba dispuesto a colaborar, ¿porqué le has vuelto a pegar?
-La costumbre, Cármen, la costumbre. Vamos a desayunar y luego ya veremos lo que hago.
A la segunda fue la vencida. Su nariz sangraba un poco y su ojo estaba morado, pero eran detalles sin importancia.
-Agente Lentejo, el comisario Simplicio me disparó una vez y recobré la movilidad a los pocos minutos, ¿cuánto dura la inmovilidad realmente?
-Dependiendo de la constitución de la víctima entre cinco y diez minutos.
-Entonces será mejor que le ate las manos. Carmen, ¿aquí hay cuerdas?
-Sí, pero no en el apartamento. Lo puedes maniatar con jirones de ropa. Voy a hacer unos cuantos.
-De acuerdo. Agente, según me contaron, entre los policías y los militares suman trece efectivos, ¿es así?
-Sí, Malvado Malasombra, pero el emperador Lechuguito tiene poderes a los que no podrá hacer frente.
-¿Qué poderes son esos?
-El poder de la ley, el amor de su pueblo, el bien...
-¡Bah! ¡Chorradas! Esos no son poderes, son debilidades.
Inmovilicé al agente con los jirones de ropa y, junto a Carmen, salí de allí hacia la comisaria con la intención de asaltarla y dar los primeros pasos para convertirme en rey. Por el camino encontré una ferretería y como no tenía dinero robé unas cuantas cuerdas a punta de pistola. Carmen caminaba a mi lado y durante el trayecto tuve que pensar qué hacer con ella y, sobre todo, qué pasaría con la agente Guisanta. ¿Se uniría a mí? ¿Sería fiel al comisario Simplicio y a su deber como policía? Mientras pensaba me vino otra pregunta a la cabeza:
-Carmen, ¿hay más terrícolas aquí?
No me contestó con palabras, pero su sonrisa sí lo hizo. Había más de los nuestros en el planeta.
Continuará...
O_o Ahora si que me has matado!! Qué giro que ha dado la historia!! Jajaja Me encanta!!
ResponderEliminarJo... Y ahora otra vez a esperar... En fin, me quedo con ganas de saber cuantos humanos más hay en ese planeta!! (Qué, por cierto, en el comentario anterior le cambié el nombre... Ejem ejem...Cosas del corrector XD )
Hasta la próxima, Malvadisimo!! Feliz semana ;) Besinos!
Feliz semana con una semana de retraso. Ya veremos si hay más giros. Tampoco quiero marear con tanta vuelta. Besos. :)
EliminarComo comenta nuestra Carmen, no la Cármen de la historia (no voy a preguntar porqué lleva tilde, le conozco y creo que es una de sus trampas), este capítulo parece marcar un antes y un después.
ResponderEliminarA mí lo de la jaula me parece el summum de la técnica torturadora, qué crueldad, Usted, porque ya es un sibarita de tal arte, pero...
Y como muestra de su Maestría nos deja otra semana en vilo, ¿o serán dos?, no, no creo, el Mal nunca descansa.
Saludos.
Efectivamente, la tilde de Carmen forma parte de un elaborado plan que consiste en que soy de ciencias y no sé porqué se la puse. ¡Joer! Ya veremos si le hago esperar. De momento voy a corregir lo de la tilde.
EliminarSaludos.
¡Oh,Milord!, tened clemencia, jamás fue mi intención desbaratarle sus malévolos planes. Pero si pensáis castigarme, os ayudaré, como prueba de lealtad:
EliminarOdio cualquier cosa que signifique placer, sobretodo los placeres carnales, sí, sí, los gastronómicos.
(Y los otros también).
Agradezco su ofrecimiento. Me vengaré y será terrible...
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