Esperanza:
Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea.
No cabe ninguna duda de que la esperanza es bonita, pero para ilustrar con un ejemplo práctico lo que significa os voy a contar una historia que me pasó hace unos años.
Un día que estaba trabajando en el desierto como pastor de escorpiones africanos me alejé demasiado del pueblo y no me quedó más remedio que pasar la noche entre las dunas. Por suerte me acompañaba un camello que transportaba agua, comida y una lona para improvisar una pequeña tienda de campaña.
La noche pasó sin novedades y aproveché las primeras luces del alba para desmontar el campamento y volver al pueblo. Apenas había comenzado a caminar cuando divisé algo en la lejanía que se acercaba a mí. Enseguida me di cuenta de que era un ser humano y lo esperé.
No tardó mucho en llegar y vi que tenía pinta de estar perdido. Sus labios estaban secos y apenas podía hablar, pero sus gestos y su mirada se dirigieron a la cantimplora que colgaba de mi camello. Evidentemente necesitaba agua.
Alcancé el agua y entonces vi aquello de lo que os quería hablar. Su cara de sufrimiento se transformó en esperanza. Es increíble como puede cambiar la vida en apenas unos segundos. Seguramente aquel tipo llevaba horas o días pensando en que todo se había acabado y de pronto estaba salvado.
Es por eso, que nunca debéis perder la esperanza y siempre debéis luchar hasta el final. Si aquel pobre hombre se hubiese rendido jamás me habría encontrado.
Cogí la cantimplora y se la di. La abrió, la apoyó en sus resecos labios y comprobó que estaba vacía. Me miró desconcertado y le dije que ahora ya podía buscar a otro para que se la llenase de agua.
Monté en mi camello y me alejé tranquilamente hacia el pueblo. Estaba demasiado débil para seguirme y allí se quedó.
Llegué a mi destino con mis simpáticos escorpiones y con la satisfacción de haber regalado un poco de esperanza a otro humano. Es reconfortante saber que uno también es capaz de hacer el bien aunque sea esporádicamente.
Sí, llevaba más agua, podría habérsela dado y haberle traído conmigo, pero tampoco es bueno excederse y siempre es aconsejable la moderación.
No sé si habrá sobrevivido, pero reconozco que siempre me quedará un poco de pena por no llevar polvorones entre mis provisiones porque sí le habría dado uno...además de la esperanza.
Santi Malasombra
Mmmmmmmm bien, sí Señor, lo de "...dale una caña y enséñale a pescar", pero a lo Malasombra.
ResponderEliminarTal cual...
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