La gente no tiene sentido del humor. No aguanta las inocentes bromas que con tanto cariño gastamos algunos.
Tengo un amigo que es un soso. Hace un par de años se me ocurrió gastarle una inocentada. Lo emborraché y me lo llevé a un club de alterne. Allí convencí a dos chicas para que se sacasen unas fotos abrazadas a él. No pasó nada más. Luego le mandé las fotos a su esposa y va el tío y al día siguiente me llama y me dice que si soy un "nosequé y nosecuántos".
No le contesté porque las risas no me dejaban articular palabras. El muy desagradecido me ignoró cuando le ofrecí pasar unos días en mi casa después del divorcio. Eso no es amistad ni es nada.
El año pasado intenté reconciliarme con él y nada mejor que otra bromita para romper el hielo. Tiene un pequeño negocio y se me ocurrió echar gasolina y prenderle fuego una hora antes de que él llegara. Cuando lo hizo, me acerqué, saqué un cigarrillo y le pregunté si tenía fuego. Su cara era un poema. Me preguntó si era cosa mía y, por supuesto, le dije que sí y que lo había hecho para que se le pasara el enfado por lo del divorcio. Intentó pegarme, pero fui más rápido y huí de allí.
Yo no entiendo nada. ¿Qué clase de mundo vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Un mundo sin risas ni alegría? ¿Un mundo donde sólo tiene cabida la seriedad? ¡Las bromas son divertidas! ¡Joer!
Pero no pienso rendirme en mi lucha por recuperar su amistad. La broma de este año va a ser más elaborada. He contratado a unos cuantos actores para que se hagan pasar por policías y lo detengan. Luego lo llevarán a una sala donde habrá un falso juez que lo condenará a diez años de cárcel por posesión de un disco de Maná que, previamente, habré colocado en su coche. Afortunadamente, en mi castillo hay calabozos suficientes y allí va a estar a pan y agua hasta el 28 de diciembre del año que viene. Entonces entraré en la celda con una botella de cava y le diré que no va a cumplir los nueve años restantes porque es una broma. A ver cómo se lo toma.
Esta vez he tomado precauciones y para hacerle la estancia más agradable estará acompañado de otro tipo que tengo encerrado desde hace ocho años. A este otro lo encarcelé porque me gastó la broma del muñequito de papel en la espalda. ¿Se puede tener peor gusto para gastar una broma? Pues ya veremos si lo libero algún día...creo que no.
Pues nada, el próximo año os cuento si la inocentada ha resultado y, por fin, he recuperado su amistad. Sinceramente, espero que sí...
Santi Malasombra
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