domingo, 19 de abril de 2020

Malasombra confinado II

   Sigo en confinamiento, aunque con tanta visita a la cocina podría decir que estoy en congordamiento...Lo reconozco, es un patético intento de chiste. Debo pagar por ello. Voy a llamar a mi mayordomo. No tengo campanilla para requerir su presencia así que tengo que recurrir a un cañonazo.

   -Señor Malasombra -dijo una suave vocecilla precedente de un bicho que agitaba sus alas- soy Campanilla, una hada mágica y puedo avisar a su sirviente si usted quiere.

   -¿Te has creído que soy Peter Pan o qué? -dije mientras la atrapaba con mis manos asquerosamente limpias.

   Cargué el cañón con pólvora y una bola de hierro y prendí la mecha. Sí, ya habréis adivinado que Campanilla también formó parte de la munición. Pobre hada, descanse en paz.

   Fredesvindo acudió rápidamente desde la habitación contigua. En realidad se llama Pepe, pero le cambié el nombre porque Fredesvindo es más gracioso.

   -¿En qué puedo servir al señor? -preguntó.

   -Mira, Fredesvindo, he intentado hacer un chiste y me ha salido muy mal, necesito que me des un guantazo para que no vuelva a cometer ese error.

   -Seguro, señor, que el chiste era buenísimo -dijo aterrado porque sabía que luego iba a castigarlo duramente por pegarme.

   En ese momento entró mi hija a la cocina y preguntó qué pasaba. Se lo conté y se ofreció a castigarme ella.

   -Hija, tú eres muy pequeñita y no me harías daño.

   No me dio tiempo a reaccionar cuando vi su malvada sonrisa y ese brillo especial de sus ojos. El rodillo de amasar pan ya volaba hacia mi cabeza cuando quise darme cuenta de sus intenciones. Estuvo a punto de dejarme inconsciente, pero conseguí mantenerme en pie y, además, no hubo sangre.

   -¿Ves, hija? Tú no eres mayor todavía para hacerme daño de verdad.

   -Voy a por mi machete y ya verás -dijo indignada.

   -No, déjalo y vete a jugar.

   -¿Puedo llevarme a Fredesvindo?

   -Sí, pero recuerda que lo necesitamos vivo.

   Se marchó algo enfadada, pero al menos se consoló al ver la cara de terror de mi mayordomo.
Me quedé solo en la cocina y decidí salir al jardín para relajarme un poco. Soy uno de esos privilegiados que tiene un espacio verde en casa. Bueno, lo de verde es un decir. En realidad no hay más que tierra porque corto cualquier intento de vida vegetal. ¿Hay algo más deprimente que los arbolitos, las plantitas o las florecitas?

   Caminé durante un buen  rato cuando de repente vi una diminuta brizna de hierba que intentaba crecer. La corté rápidamente y fue entonces cuando me sentí mejor. Ya era hora de volver a la cocina para hacer pan como todos hacéis estos días. En ese momento me di cuenta del tremendo error que había cometido al sacrificar a Campanilla. Ella podría haberme llevado hasta Peter Pan y lo habría metido al horno...Por lo del apellido Pan, ¿entendéis?

   ¡Jo! ¿Otra vez intentando hacer gracia? No me puedo permitir estos deslices. Agarré yo mismo el rodillo de amasar y me di en la cabeza tan fuerte como pude con la esperanza de perder el conocimiento.

   Lo conseguí, dulces pesadillas...

   Santi Malasombra
 

4 comentarios:

  1. Si Su Excelencia tuviera a bien prestarme el rodillo de amasar...
    Con 5 minutos me basta, además seguro que alguien más se apunta. Como en la cola aquella de Aterriza como puedas, pero guardando un metro de distancia. Quizás debería enseñar a ladrar a Fredesvindo y salir a tomar el aire un poco.
    De nada.

    ResponderEliminar
  2. A todos se nos está yendo la olla con este confinamiento, con jardín o sin jardín.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que sí, aunque yo ya andaba regular antes de esta movida.

      Eliminar